No tengo memoria para el inventario de donaciones. Si mi mujer tiene un hijo, le darán 2.500 euros; si fuéramos jóvenes, el presidente nos ayudaría a alquilar un piso. Además, nos devolverán 400 euros de la declaración de la renta. Todo esto al margen de nuestros ingresos.

Ahora facilitarán que nuestros hijos hablen inglés antes de los 10 años. Hay que darse prisa porque crecen una barbaridad. Como faltan tres semanas para el 9 de marzo, tengo que dejar sitio en la libreta para las ofertas que seguirán hasta los últimos días de rebajas. La derecha tampoco se queda atrás y cubre otras expectativas. Lástima que no se pueda votar dos veces.

Mientras, se ha declarado la independencia de Kosovo. En Afganistán, la guerra va a la deriva porque nadie quiere ir a morir allí por la seguridad de los vecinos del Raval. Europa se mueve hacia alguna parte sin que se nos diga en qué vagón vamos a viajar, aunque el objetivo que nos marca ahora el presidente es superar en renta a los franceses. Desconozco si tenemos calculada la relación con EEUU si sale presidente un demócrata.

La política española es sobre todo provinciana. Desesperadamente elemental, como de patio de vecinos. Ninguna proyección de futuro. Extraño alguna suerte de patriotismo constitucional que centre el discurso de la grandeza de los proyectos colectivos al margen de los caudillos provinciales que trajinan el Gobierno de su autonomía en un mercadeo con el de la nación. Ni siquiera estoy seguro de cuántas naciones hay en España porque estoy centrado en las rebajas de impuestos, en las del IVA de los pañales y en saber si mi declaración de la renta saldría mejor con Zapatero o con Rajoy.

Lo del inglés también me pilla tarde, porque hay ayudas prometidas para que los jóvenes estudien idiomas en el extranjero. Yo lo he intentado muchas veces y estoy en un nivel medio insoportable, que me sirve para manejarme en el metro de Londres y para seguir la BBC con mucha atención. Pero no debo desesperar: faltan tres semanas para el 9-M y a lo mejor, si la cosa está muy reñida, amplían las ayudas para los idiomas.