Las hay diábolo, campana y cilindro. ¿A quién, por todas las tallas, se le ha ocurrido el nombre? Nos vemos en los grandes almacenes en la sección diábolo mientras la amiga anda por la sección campana a ver qué encuentra. La cilindro ya rueda por su sección. A los hombres no les han puesto nombres a sus tallas, todo les viene bien, porque, a lo que parece, solo a nosotras se nos pone cuesta arriba comprar ropa. Cuando ellos quieran cambiar el vestuario, no van a poder pedir los siguientes modelos: patitas de cigüeña, barriguita cervecera, culito plano... y es que están, en lo referente a la moda, discriminados antropométricamente, qué lástima.

Existen otros modos para nombrar los tallajes de las ropas, como decir ancho A, B y C para busto, cintura y caderas, y seguro, que toditas todas, a la primera nos hemos enterado. De nuevo, nos sitúan en un estereotipo, aunque dicen que esta vez es por nuestro bien, ya que en función de un estudio antropométrico (palabra procedente del griego y que significa medida del hombre que nos aplican solo a nosotras, y... a vueltas con el género) que ha costado un millón y medio de euros se ha llegado a lo siguiente: hay tres tipos de mujeres. ¡Vaya descubrimiento el del ministro Soria! Pronto leeremos en un anuncio: se necesita abogada, tipo campana, alta en seguridad social... Y cuando rellenemos un impreso, vendrán tres cuadrículas para que pongamos la cruz en la campana, diábolo o cilindro. Seguirá además el consiguiente estudio de cómo las prefieren ellos, cómo pasar de la campana al cilindro con unos sencillos ejercicios gimnásticos...

* Profesora