Esta legislatura que algunos sectores sociales tanto repudian sostiene una producción legislativa de relevancia histórica en diversos campos. Se han afirmado por ley distintos compromisos que difícilmente van a poder desandarse en el futuro. Se han fundamentado derechos, formal y materialmente visibles, de la manera más contundente en democracia: traduciendo la voluntad popular en la ley. Esta semana, el pasado día 29, se ha incorporado al paquete la Ley de Desarrollo Sostenible del Medio Rural.

El noventa por ciento del territorio de España es medio rural. Catorce millones de ciudadanos desarrollan sus vidas y sus aspiraciones en el marco del mundo rural. España son sus pueblos. Por supuesto que la ciudad mantiene el impulso de las sociedades en ritmos de crecimiento importante pero no es menos cierto que también lo promocionan, y desde hace mucho tiempo, las gentes que trabajan en los pueblos. En Andalucía conocemos bien esa realidad, tenemos pueblos vitales, dinámicos y fuertemente situados en niveles de desarrollo. Por encima del tópico que fabrica la ignorancia, que clasifica burdamente cualquier producto nacido de un pueblo como cateto, un pequeño viaje por la geografía andaluza destierra de las mentes abiertas esa visión falsa e infundada. Esto ha sido posible en los últimos 30 años porque se han fijado políticas para mantener la población en los núcleos rurales, mejorando la calidad de vida y de renta de la ciudadanía. Ese es el objetivo que ahora suma la nueva ley para toda España. El desarrollo rural es una política transversal. Educación, cultura, sanidad, vivienda, transportes, comunicación, seguridad, calidad ambiental... cualquier política tendrá una visión focalizada también al mundo rural con el objetivo de cohesionar más el territorio. Traducido: igual oportunidad de desarrollo para todos, nazcan donde nazcan, vivan donde vivan. El mundo rural merece atención preferente y además adecuada a sus necesidades. Por ello resulta muy positivo que la ley establezca tres planos de acción en función de la densidad poblacional con el objeto de revitalizarlos o dinamizarlos.

Nada importa que se discuta el apoyo de distintas fuerzas a esta ley. No es en absoluto relevante que, como casi siempre, quienes promocionan condiciones de mayor igualdad no estén acompañados por los que, como casi siempre, se oponen a las novedades legislativas que suman derechos, para después --cuando se consolidan en el día a día --abrazarlas con la fe del converso. ¿A alguien sorprende, a cuatro meses escasos de las elecciones, que no apuesten por el progreso de los pueblos?

* Asesor jurídico