Tras el susto de que el IPC subiera mucho más de lo esperado en octubre, hasta el 3,6%, los especialistas en la evolución de los precios predijeron que esa tendencia se mantendría, y acertaron. El INE, que cada mes ha de enviar a Bruselas su cálculo anticipado --y que será casi igual al IPC español que se conocerá a mediados de diciembre--, calcula que la inflación de noviembre rondará el 4,1%. Más del doble de lo que aconsejaba hace un año el Banco Central Europeo, un límite que solo pueden cumplir los países con problemas de crecimiento. La causa principal es indiscutible: el alza de los precios de las materias primas, sea el petróleo o los cereales. Asumir el alza de precios, tal como se nos explica y se atribuye a factores externos de precios internacionales, es razonable. Pero que se haga sin discusión, no. El pan ha subido mucho más que el precio del trigo. Por el contrario, los criadores de cerdo y pollo no pueden trasladar el coste del pienso --también cereales-- a sus precios finales, porque estos los establecen las empresas distribuidoras. Por eso es exigible que las autoridades de Consumo estatales y autonómicas comprueben la evidencia de que hay concertación de precios. Con el 4,1% de IPC anticipado, las cuentas del Estado del 2008 ya no son las que eran. Deberán aportar 3.000 millones más para que los jubilados recuperen su capacidad adquisitiva, a cuenta del superávit acumulado. Y las empresas también tendrán que afrontar el alza salarial si su convenio la vincula a la inflación.