Cuando el debate sobre las corridas de toros se suscitara no hace mucho en Cataluña y ahora también, a pesar de su marginalidad, se convierte en el centro de la polémica en nuestro país vecino, donde ha movido a rostros populares, como el actor Jean-Claude van Damme y la modelo Twiggy Lawson , entre otros, quienes han obligado a posicionarse al propio presidente Nicolas Sarkozy , por un vídeo de la Sociedad Protectora de Animales con el apoyo de asociaciones contrarias a las corridas de toros, me viene al recuerdo lo acontecido a aquel ilustre alcalde del Sur de Francia que a finales del siglo XIX se jugó su continuidad en el cargo por su denodado apoyo a la fiesta y también, cómo no, la imagen del Monstruo, un ídolo de los años cuarenta, que ahora el próximo día 29, a las 5,07 horas hará sesenta años desde que nos dejara.

Nacido en Córdoba el 4 de julio de 1917, sobrino y nieto de toreros, Manuel Rodríguez Sánchez alcanzó la cumbre del toreo en los años del hambre, tras su alternativa el 2 de julio de 1939, de la mano de Chicuelo , quien le cediera el toro de Tassera en la presencia de Gitanillo de Triana , el gran matador que también alternara con él y con Luis Miguel Dominguín en la aciaga tarde del 28 de agosto de 1947, en la que un toro de la ganadería de Miura le hiriera de muerte al entrar a matarlo en la plaza de Linares. Allí se completó lo que se iniciara con su alternativa y con su posterior confirmación, el 12 de octubre de 1939, con Marcial Lalanda de padrino y Juan Belmonte Campoy como testigo en la corrida en la que se lidiaran los toros de don Antonio Pérez . Sin duda, a raíz de aquella los aficionados pronto valorarían su categoría como matador y en tan solo cuatro años se pondría al frente del escalafón, siendo considerado por todos como una auténtica figura de la fiesta, lo mismo en España que en América.

A pesar de tener un toreo limitado por su escasa variedad, alcanzó la cumbre que se trunca cuando apenas si había cumplido los 30 años. Con esa edad moría el torero más popular de la época, pero por el contrario nacía el mito que aún hoy persiste. Desde entonces, Manolete forma parte de esta secular fiesta que llegó a revolucionar, llegando a ser quien más cobraba por corrida toreada. Como otros más, Manolete desafió los convencionalismos de una época y su muerte fue llorada sobre todo por su madre, doña Angustias , la cual se hallaba veraneando en San Sebastián y también por Lupe Sino , que se quedara aguardando al torero en Lanjarón, a donde éste jamás llegaría.

Su circunspecta imagen, la dedicación a la fiesta nacional y el andamiaje de la grave cogida de Linares y su posterior muerte, ahora los podremos recordar los cordobeses hasta el día 9 de septiembre a través del objetivo de la cámara de Ricardo Rodríguez Sánchez (Granada, 1919-Córdoba, 2003). La amistad que unió a Ricardo al torero, hace posible contemplar imágenes para muchos inéditas hasta ahora. Fotografías en la plaza, en tabernas, con los amigos de toda la vida, paseando por las calles, en los rincones de su casa, en las tientas, incluso con el joven poeta Pablo García Baena o bien sentado junto al inmortal Machaquito . Pero también se puede observar a través de las fotografías del genial reportero gráfico su fragilidad o el desgaste físico al que había llegado este torero que estuvo más cerca de Franco que de su amigo Indalecio Prieto . De rostro demacrado, ojeroso y de baja tensión, la cámara de Ricardo nos muestra su fragilidad como humano y el desgaste con el que llegó a su prueba final, en unas imágenes que nos desbordan al enseñarnos su cuerpo amortajado.

Con esta exposición fotográfica de Manolete, realizada en sus años triunfales, la prestigiosa Sala Vimcorsa se ha querido sumar a la conmemoración del sesenta aniversario de su fallecimiento. Para completar la muestra de 101 fotografías, se exhibe también la copia del busto en mármol que le realizara al torero el escultor Juan de Avalos , la mascarilla mortuoria realizada por Amadeo Ruiz Olmos y otras dos piezas, como son el lienzo en su particular homenaje de Oscar Domínguez , fechado en 1954 y la fotografía que Vik Muniz le hiciera al Monstruo. Sin duda una exposición ésta digna de ser visitada por cualquier aficionado a la fiesta o a la fotografía, en la que se valora en su justo término la figura y personalidad del mito y leyenda de una fiesta, que ahora vuelve a ser cuestionada por los antitaurinos de Francia, quienes ven en general al torero como un falso héroe y al toro como la víctima real de la tortura de una celebración que llegara hasta allí, en 1853, de la mano de Eugenia de Montijo , la noble española que se desposara en su día con Napoleón III.

*Catedrático