Lo que está ocurriendo en Priego me da envidia comparando esa situación con la que derivó en la desaparición del mercadillo de Gran Vía Parque. Aquel mercadillo era una fuente de riqueza. Priego ha demostrado lo que hoy escribo. Allí cuatro gatos quieren cambiar el mercata, pero Priego no es Ciudad Jardín y vecinos y negociantes se unen a los ambulantes para gritar que ni un solo grado de las coordenadas espacio-temporales del mercadillo se alteren. Pero eso aquí no pasó, porque ni vecinos ni negociantes quisieron apoyar públicamente a los ambulantes. Quizá por "repipismo" les costó trabajo reconocer que gentes pertencientes a minorías étnicas les favorecían los negocios y los trajes. Aquí el Ayuntamiento hizo caso a cuatro manifestaciones de cuatro gatos con intereses contrapuestos al mercadillo y manda al mismo a un lugar que no es paso ni de espíritus aburridos, y todo ello bajo el pretexto de una remodelación de Gran Vía Parque que ha quedado chispa más o menos igual, con la pícara diferencia de que los bancos para sentarse se colocan en sentido oblicuo hacia el centro de la vía para que no vuelva el mercadillo. El ejemplo de Priego debe incentivar un estudio serio del Consistorio sobre las favorables consecuencias económicas que tiene la presencia de un mercadillo en una zona de paso, para que vuelva a Gran Vía Parque.

* Abogado