Recientemente recibí uno de esos mensajes electrónicos que los amigos te envían y que con frecuencia son un engorro informático a eliminar cuanto antes, pero que de vez en cuando entrañan ingenio, sabiduría y buen gusto. Los hay de todas clases. En esta ocasión, se titulaba La ostra y la perla y llevaba incorporada una gran melodía en la banda musical. Ya es una gozada escucharla con aire soñador, porque la música, la buena música, nos hace soñar siempre y eleva el termómetro de nuestro optimismo y de nuestra ilusión. Mi buen amigo Arturo del Pino es un maestro en este tipo de composiciones. Logra unos montajes espléndidos, con unas fotos de viaje y una canción pegadiza. El mensaje que quiero evocar se refería, efectivamente, a la ostra. Transcribo algunos párrafos: "Una ostra que no ha sido herida no puede producir perlas... Las perlas son el producto del dolor... resultado de la entrada de una sustancia extraña en el interior de la ostra, como un parásito o un grano de arena. En la parte interna de la ostra se encuentra una sustancia lustrosa llamada nácar. Cuando penetra en la ostra un grano de arena las células de nácar comienzan a trabajar y cubren el grano de arena con capas y capas y más capas de nácar para proteger el cuerpo indefenso de la ostra. Como resultado, se va formando una hermosa perla. Una ostra que no fue herida de algún modo no puede producir perlas, porque la perla es una herida cicatrizada...". No podemos negar que la anécdota es bellísima y el mensaje impactante. Las preguntas pueden formularse para todos: ¿Te has sentido lastimado por las palabras hirientes de alguien? ¿Fuiste acusado de haber dicho cosas que no has dicho? ¿Tus ideas fueron rechazadas o mal interpretadas? ¿Sufriste los duros golpes de los prejuicios? ¿Recibiste algunas dosis de indiferencia? Entonces... produce una perla. Cubre tus heridas con varias capas de amor. Recuerda que son pocas las personas que se interesan por este proceso. La mayoría sólo cultivan resentimientos, dejando sus heridas abiertas, impidiendo que las lesiones cicatricen. Manolo Alvarez , un cordobés afincado en Sevilla, especialista en Medicina interna y psicosomática, en su obra ¿Sabes pensar? , hace alusión a las "ostras vacías", no porque no hayan sido heridas, sino porque no supieron perdonar, comprender y transformar su dolor en amor. Una historia breve y bella para vivir mejor este verano que acaba de comenzar. Porque son muchas las personas que han iniciado sus vacaciones. En el descanso, deberíamos encontrar unos minutos para la reflexión, captando así esos mensajes que la vida nos ofrece y que tanto nos ayudan a triunfar.

* Periodista