Aachen, Viena, Montemedio, Ascot, San Sebastián, Dubai, Oviedo, Brasilia, Jerez, Salzburgo, etcétera, son nombres de ciudades volcadas con las competiciones hípicas, y por sus cuadrilongos, sus pistas, sus hipódromos, sus arenas y dunas, y sus bosques y parques naturales han pasado los mejores caballos, amazonas y jinetes, cocheros y jockeys y aprendices, de doma clásica, vaquera, salto de obstáculos, enganche, raid y carreras. Tanto los aficionados como los jinetes de élite y las ganaderías tienen sus referentes en estas ciudades tan representativas dentro del mundo de la competición, volviendo siempre a ellas más tarde o más temprano la celebración de cualquier campeonato de prestigio a nivel internacional; véase el caso de Aachen, la emblemática ciudad alemana considerada como la cuna de la dressage , la doma clásica, que el año que viene volverá a acoger los Juegos Ecuestres Mundiales 2006, aunque durante todo el año recibe a los mejores jinetes del mundo que participan en las prestigiosas competiciones que se organizan en sus instalaciones hípicas.

Pero el caballo no es sólo competición, deporte o exhibición, es algo más, como placer, placer de cabalgar por estas campiñas cordobesas al amanecer o al atardecer o por las faldas de la sierra, o adentrándose en el corazón de la misma, al paso o al trote, disfrutando de los maravillosos paisajes que conforman estas llanuras y accidentes de la provincia de Córdoba.

Además es amistad y relajación, pues pasear a caballo con los amigos se puede considerar como momentos especiales, pues desde la altura de la silla de montar (vaquera, inglesa o española), se observan las circunstancias, las situaciones y los problemas con otras perspectivas. Momentos especiales y singulares donde antaño se ofrecían los unos a los otros cigarrillos que ocupaban el lugar de la voz para en silencio contemplar cualquier tonalidad del paisaje o del horizonte, o cualquier silueta llamativa, o cualquier pensamiento o meditación, aunque lo del cigarrillo a caballo es mejor dejarlo en los tiempos que corren, si no, recordar a aquel vaquero americano que sobre su caballo preconizaba que el acompañamiento de un cigarrillo con auténtico sabor de una marca estadounidense idealizaba un buen paseo a caballo por el campo; el vaquero enfermó de una patología tumoral pulmonar dejando caballo y salud en el camino para siempre, por lo que es mejor olvidar el tabaco y que el silencio contemplativo se aproveche para ampliar la capacidad y la ventilación pulmonares mientras se pasea a caballo.

Pero también es cultura, pues montado a caballo se puede conocer la amplia riqueza que tanto las culturas autóctonas de la Península Ibérica como tartessa e ibérica, como las foráneas (cartaginesa, romana y árabe) han ido dejando en nuestra provincia, conformando uno de los patrimonios arqueológicos más importantes y ricos del mundo; y no sólo cultura monumental o patrimonial, histórica o artística, sino medioambiental pues los diferentes ecosistemas que coexisten en Córdoba son una manifestación más de la riqueza de esa tierra.

Es por lo que habría que potenciar las rutas ecuestres en la provincia de Córdoba, pues además de las existentes se podrían realizar innumerables recorridos a caballo todos ellos con contenidos importantes y así, aparte de las que unen pueblos de comarcas específicas por caminos singulares o siguiendo cualquier vía fluvial, existe en la provincia tal potencialidad de poder conocer paseando a caballo la riqueza que encierra nuestra tierra tales como recorridos históricos con la creación de rutas ibéricas (la de las ´Construcciones ciclópeas´ por ejemplo), romanas o árabes, además de las gastronómicas, por tierras de vinos, del aceite, rutas de las huertas en la ribera del Guadajoz, y paseos por los sotos de éste y otros ríos.

El caballo es competición, belleza, amistad, ocio, cultura y riqueza y aquí, en su tierra, en esta tierra de caballos, casa con el arte, la historia, el patrimonio, las poblaciones y la naturaleza en un maridaje que habría que apoyar, promocionar y promover como han hecho y hacen las sociedades cultas, antiguas y ricas social y económicamente.