Jaén y Córdoba o Córdoba y Jaén, que da lo mismo ir que venir, siempre han caminado juntas, lo siguen haciendo y lo harán de por vida, porque tienen mucho en común:

El río. El río Grande de nuestros antepasados, que desde Cazorla hasta Andújar no se detiene (salvo en el Tranco) y sigue camino hacia abajo haciéndose más ancho desde el levante al poniente por las tierras de Córdoba.

El olivar. Ese mar verde que no sabe de fronteras, ni de geografía. ¿Quién sabe si estamos en Lopera o Villa del Río? o tal vez, en ¿Cañete o Porcuna? Las olas de su ramaje, movidas por el viento, inundan sus territorios sin definirlos.

Y la montaña. La Marianica, la cordillera, nuestra Sierra Morena que nos define el horizonte con pulcritud y no crea trabas en su continuidad la mires como la mires, desde Chiclana de Segura a Hornachuelos.

...Y a la postre:

Las mujeres y los hombres interprovincianos que, a modo de jubileo, entramos, salimos, llegamos, nos vamos, acudimos, nos quedamos, enraizamos y procreamos... en esta hermosa ciudad que es Córdoba.

... ¿Son pocas cosas en común? Por eso y por mucho más, merece la pena ser de Jaén. Y estar en Córdoba.

Sea la Casa de Jaén en Córdoba ejemplo de convivencia de dos pueblos hermanos que, con idéntica historia y común geografía, caminan hacia el futuro con ilusión y esperanza.

(La sede provincial de la Casa de Jaén en Córdoba está situada en el restaurante Gris´s, calle Lope de Hoces, 2, Plaza de la Trinidad).

RUFINO GOMERA LOPEZ