Mi querido amigo Joaquín, el próximo martes día 10 se cumplirá el cuarto aniversario de tu partida de esta tu ciudad universal hacia el lugar que, de existir, a buen seguro estarás animando continuamente con tu habitual dialéctica marxista en tu discusión con tu maestro don Julián y también, cómo no, con otros socialistas que te precedieron en tu viaje. Un sitio ese donde, de igual manera, algunos de los más destacados poetas de Cántico con su fácil verbo te harán soñar a través de la palabra con la realidad de tu tierra, la misma que fue también de Ricardo, Juan, Mario o Vicente, la que nos dejaste a nosotros para que continuáramos en ella la estela de tu ejemplo, esa congruente vida de compromiso continuo con la ciudadanía andaluza y cordobesa.

Por ello, en el aniversario de tu marcha, tus amigos del Instituto Olof Palme-Centro J. M. Björkman de Estudios Políticos, Económicos y Culturales queremos evocarte en el jardín de tu casa de la calle Ebro. Los poetas amigos Carlos Rivera, Francisco Carrasco, Alfredo Jurado e Isabel Serrano, acompañados por los violinistas álvaro Fernández y Yuri Petrossian animarán la velada en la que la palabra y la música destacarán en el silencio de la oscuridad de la Sierra. Esa noche todos queremos recordarte a ti que de la coherencia hiciste la prioridad de tu vida, tus luchas y gestos; tu intensa vida social, cultural y política dejaron impresa tu personalidad en numerosos acontecimientos históricos y, de forma especial, en todo cuanto estuviera relacionado con la defensa de las libertades y de los derechos humanos. El acto no será solamente un merecido recordatorio de tu persona, sino que también pretende hacer presente, una vez más, que tu fecunda labor, compromiso, iniciativas y congruencia de vida continúan siendo un acicate y un estímulo para algunos de nosotros, tus amigos y familiares que, de igual manera que tú, también queremos vivir de forma plena y con pluralidad los valores democráticos y el encuentro de ideas, siempre con el más absoluto respeto a la dignidad humana y en beneficio de los más desfavorecidos. De ahí que la música y la poesía de esta urbe bimilenaria te ofrezcan lo mejor de ellas en este tórrido estío cordobés.

Aunque hay otros, amigo Joaquín, que aún te tratan con el más absoluto desprecio y desconsideración. Tal vez por desconocimiento de tu persona y del pasado más reciente de la ciudad, de la que al parecer demuestran desconocer sus claves, tratándote como a un "iluminado", sin reconocer en modo alguno que fuiste una de las mejores cabezas de toda la región andaluza, cuyo Gobierno, por cierto, aún mantiene contigo una deuda pendiente. No sé si quien así piensa de ti debió haber pasado una mala noche como adorador de la fuerza del más allá. Tal vez los primeros rayos de sol y la luz de la mañana le cegaron y le debieron emolir las meninges para que su discurso sobre ti se desarrollara de tal manera. Por oficio y por edad debería conocer cuanto aconteció en aquellas primeras elecciones municipales y saber que tú no fuiste el candidato socialista, no apostando por ti tu partido, al que siempre le debiste resultar un hombre peligroso. Y además que eras uno de los hijos más preclaros que había dado esta ciudad universal en su reciente historia y, cómo no, uno de aquellos artífices que hicieron posible la Crónica de un sueño , aunque a veces, en esta memoria de la transición democrática, se silencie tu persona en algunos de los acontecimientos, algo que, por otra parte, se ha hecho con otras personas y también hicieron los tuyos en el propio acto de presentación de este reciente libro. Porque tú, amigo Joaquín, no sólo fuiste un "animador de asociaciones de vecinos, encuentros teatrales y de análisis urbanísticos", como algunos pretenden ahora afirmar sobre ti, sino que tú, con tus actos y coherencia de vida, ilustraste grandes pasajes de la reciente historia de España, dejando de igual manera traslucir la propia visión que tenías de una ciudad como Córdoba que nunca avanzó al ritmo que tú deseaste y cuyas tramas, como bien sabes, responden no siempre a intereses claros y transparentes, sino que limitan o rayan en lo punitivo.

Pablo Neruda, en su discurso del acto en el que se le entregaba el premio Nobel de 1971, recogía, haciendo suyas, aquellas palabras de Rimbaud que tanto a ti gustaban: "Sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a los hombres. Así la poesía no habrá cantado en vano".