Tengo el dudoso honor de ser uno de los poetas excluidos de ese evento municipal que con el nombre de "Cosmopoética" pretende promocionar la legítima aspiración de Córdoba a la capitalidad cultural europea del 2016. A tan justa causa no sólo estoy adherido personalmente sino que cada día la promociono a través de mi página "web" alojada en la dirección www.elpelao.com/letras/index.php. Pienso que el tema de la capitalidad cultural es asunto de todos y de cada uno de los ciudadanos de Córdoba y me complace que, en tal sentido, se hayan acordado de los poetas, a riesgo de agitar, como siempre sucede, las nunca sosegadas aguas del proceloso mar del Parnaso y desatando, de paso, una ligera controversia entre algunos de los que se han sentido excluidos de "Cosmopoética", lo que no es, aviso, mi caso particular.

Aunque debo admitir que una vez más han vuelto a cumplirse dos dichos populares: el de "ni están todos los que son ni son todos los que están" y el referido y tan unido a la idiosincrasia de Córdoba de que "nadie es profeta (en este caso, poeta) en su tierra".

Parece ser que han sido dos personas de las pertenecientes a la nueva hornada de la poesía cordobesa las que han acusado el golpe de la exclusión. No así los de la generación de los setenta, a la que pertenezco, tal vez porque los encargados de invitar a la causa de "Cosmopoética" nos consideran invisibles por alguna razón política o literaria que sólo ellos deben conocer.

Pelillos a la mar, en lo que a mí concierne. Y una reflexión: los políticos, cuando se meten en estos fregados, ya saben a lo que se exponen, como se ha expuesto Manuel Pérez. Los políticos deberían saber que el mundo de los poetas, en esta ciudad y en cualquier otra, tiene siempre la sensibilidad personal tan a flor de piel como el mérito y la gloria a los que creen saberse acreedores por haber publicado algún libro (sin entrar en valores literarios) de ese género tan desprestigiado y desleído al que se conoce con el nombre de poesía. En tan excelso género literario o te haces visible o no eres nada, aunque hayas publicado quince o veinte libros y hayan reconocido y premiado tu obra en diversos lugares que no son tu propia residencia en la tierra. Algo aclara Balbina Prior en su Poesía S.L. . Es cuestión de hacerse visible pues la "valía personal está muy mal pagada" si no eres un "aliado del poder y de la subvención gratuita", primera condición para ser considerado, respetado y elegido para tener tu cuota de visibilidad.

Los poetas de mi generación de los años setenta fuimos testigos de la no visibilidad del grupo Cántico hasta que llegó Guillermo Carnero para hacerlos visibles. En aquellos tiempos los poetas "oficiales" de Córdoba eran otros. Pablo García Baena sabe bien de lo que hablo. Cántico estaba en el más absoluto de los olvidos cuando los poetas de mi generación, junto al estudio de Guillermo Carnero, reivindicamos la calidad de su poesía, como reivindicamos a Vicente Núñez que languidecía en su ocaso de Poley .

Y aunque me prometí no hablar de nombres no puedo evitar hacer visible, para los que desconocen la poesía, la existencia de un poeta jamás reconocido en su ciudad como es Manuel Alvarez Ortega, uno de los más grandes, de los más universales poetas de Córdoba, excepto en su propia casa.

Yo sé que es una rareza mía sentirme a gusto en la invisibilidad, como le sucede, en cierto modo, a otros muy reputados colegas de mi generación. Será cosa de la edad. O de la condición humana de cada quisque. Lo cierto es que sólo han protestado por el dudoso honor de la exclusión dos de aquellos poetas que aún están en edad de merecer y que no habían sido citados para esa loable misión de "Cosmopoética". Tal vez lleven razón. El hecho de que no residan en la ciudad nada tiene que ver con su naturaleza cordobesa. Y aunque no tengo el placer de conocerlos ni en persona ni en obra pienso que deberían haber estado entre los que predican la buena antigua, que no nueva, de la poesía, por los lugares programados.

Espero que con la inclusión de estos dos nombres vuelvan las aguas del proceloso mar del Parnaso cordobés a su sosiego.

En esas aguas navegamos los que no pudiendo eludir el destino de la poesía buscamos la atracción de sus abismos insondables.