No sé si ustedes son aficionados a la radio. Yo lo soy, bastante, la escucho varias horas al día, desde el alba informativo a las tertulias nocturnas, pasando por todo tipo de diales, bandas y maneras de entender el espectro herziano. Me cabreo lo mío con la manipulación por subjetividad extrema de algún locutor, y con la manipulación por falsa objetividad de otros. Me preocupa la posible desaparición de Onda Cero, con quien tanto he querido. Me solazo con la música de varias cadenas y veo los partidos del Madrid quitándole a la tele el sonido y con Gaspar Rossetti a toda pastilla.

Mi fidelidad, y la de otros millones de españoles, bien merecería un privilegio o derecho del cual gozan desde hace tiempo otros medios, como los periodísticos prensados o los televisivos: me refiero a la figura del Defensor. Con aires de Ombudsman escandinavo, sería esa persona prestigiosa y de probada rectitud que evitara o denunciara los abusos, por exceso o por defecto, cometidos por los medios. Algo cada vez más necesario, y no sólo por la manipulación.

En realidad, lo que me ha movido a esta columna es la música. No sé si ustedes se paran a escuchar las letras de las canciones que oyen. Me parece criminal, y por ello exijo un Defensor, tener que escuchar esta letra de los Cucas: "mala / por qué me maltratas / mala / con esa cara de santa". O esta nueva versión de lo romántico sublime, a cargo de un grupo cuyo nombre he podido olvidar: "eres lo peor (...) / es que yo por ti no doy un duro / sabes que eres un poquito insoportable", y tanto. Pero lo más memorable nos lo viene brindando el último lanzamiento del grupo mexicano Elefante, donde se describe en un alto estilo petraquista los dones de la amada como: "alma de manzana que recuerda al paraíso / y un par de melones porque Dios así lo quiso".

Monumental. A ver si lo superan Gamoneda o Antonio Colinas, quien por cierto lee poemas hoy en la Fundación Gala.

Entre esto, los atentados de Soledad Jiménez a Radio Futura y la nueva y funesta ola de novedades de los triunfitos, todos patéticos salvo Vega, claro, je, je, más nos vale encontrar un Defensor que nos mantenga en antena. Porque si no, nos echan.