Hace ya bastante tiempo que entró en mis propósitos dedicarle una crónica al que fuera prestigioso Patronato Nacional de Turismo, cuyas relevantes acciones contribuyeron de forma decisiva a la consolidación del turismo en España.

Tan renombrada institución fue creada por Real Decreto de 25 de abril de 1928, y su finalidad principal consistió en extender de manera mucho más amplia las actividades de promoción turística que, hasta aquella fecha, venía realizando la Comisaría Regia de Turismo. En el Patronato Nacional quedaron integrados otros patronatos que dependían del entonces llamado Ministerio de Instrucción Pública, que fueron los siguientes: Casa y Museo del Greco y Sinagoga del Tránsito (Toledo), Museo Romántico (Madrid), Casa de los Tiros (Granada), Comisaría Regia del Teatro Real (Madrid) y Patronato de la Montaña de Montseny (Barcelona), encomendado a la Diputación desde su creación.

La labor del citado Patronato del Turismo fue verdaderamente asombrosa, pues no dejó resquicio por abordar. Fueron sus funciones: divulgar en todos los aspectos el conocimiento de España, fomentando para ello la publicación de guías especiales, catálogos, anuncios, itinerarios, etcétera, dentro y fuera del país; promover y apoyar cuantas iniciativas afectaran al turismo: hoteles, restaurantes, viajes, arte, propaganda, etcétera. Uno de los personajes que más enalteció aquella eficiente creación turística fue don Benigno Vega Inclán y Flaquer, marqués de Vega Inclán. Me complace recordar su vida y actividades, por lo que pueda servir a las futuras generaciones de símbolo y ejemplo. Vega Inclán nació en Valladolid en 1858, y falleció en Madrid en 1942. Hijo de un teniente general, siguió los pasos de su progenitor abrazando la carrera de las Armas, haciendo las campañas de Cuba y del Norte. Solicitó el retiro cuando ya era teniente coronel, y como era por vocación un importante arqueólogo, se dedicó a viajar por el extranjero para ampliar conocimientos sobre su tema favorito, estudiando profundamente la riqueza arqueológica de los museos. Al regresar a España continuó con sus visitas museísticas por todas sus regiones, y se dedicó a dar a conocer mediante diversas publicaciones las bellezas artísticas del país. La poderosa influencia de sus escritos influyó positivamente en la atracción de turistas. El marqués de Vega Inclán fue el creador del Museo del Greco, en Toledo, del Museo Romántico en Madrid y de la Casa de Cervantes en Valladolid. Para asegurar la pervivencia de estos establecimientos tuvo la generosidad de legarles sus bienes. Aparte de ello, debo reseñar que también le debe muchas de sus mejoras el Alcázar de Sevilla. El magnífico retrato de don Benigno pintado por Joaquín Sorolla, puede admirarse en la "Hispanic Society of América" de Nueva York.

En las estructuras administrativas del Patronato figuraban una inmensa red de oficinas comarcales, provinciales y locales. Las correspondientes a la Junta Provincial de Córdoba estuvieron instaladas en la Avenida del Gran Capitán, número 11, justamente en el chaflán que hoy corresponde a la esquina del edificio de Cajasur, donde se encuentra su reloj musical.

El Patronato Nacional de Turismo funcionó con tal nombre hasta el advenimiento de la Segunda República española, en que fue modificada su denominación y absorbidas y aun recrecidas sus funciones por otros organismos. De aquella etapa, y concretamente en Córdoba, nos quedó un hermoso legado monumental: la importantísima Guía de Córdoba , excelente publicación redactada por Rafael Castejón y Martínez de Arizala, eminente conciudadano nuestro, que treinta y tres años después sería nombrado Cronista de la Ciudad. Es una verdadera lástima que tan interesante libro esté absolutamente agotado, pues sus páginas han sido incesante venero para muchos escritores turísticos de nuestra generación. Naturalmente, los tres cuartos de siglo que lleva el libro editado afectan a bastantes de sus datos; pero tal contrariedad podría subsanarse con unas anotaciones adecuadas, realizadas por algún historiador de los actuales, que gozan de merecidísimo prestigio. Tal vez la mencionada Guía de Córdoba de Rafael Castejón merezca una cariñosa moción de alabanza. Intentaré presentarla.