APUNTES PARA UN DOMINGO

Estos días estamos rodeados de melodías llenas de ternura y de una alegría ruidosa. Entre las canciones más populares está la de: "Belén, campanas de Belén, que los ángeles tocan, ¿qué nuevas me traéis?". Las nuevas que llegan de Belén son malas y sin esperanza. A la entrada de esa pequeña ciudad, llegando por la carretera que nos trae de Jerusalén se levanta la tumba de Raquel, la dulce y fuerte esposa de Jacob y gran madre del pueblo judío. La tumba está rodeada de soldados israelíes armados hasta los dientes y al anochecer los cielos no están poblados por voces de ángeles sino por las luces trazadoras para la vigilancia militar y a veces de disparos. El aire está envenenado por el odio y la violencia causa muertes y desesperaciones. Esta es la Belén real de estos días, la Belén que viven los belenitas. La Belén en donde Yasser Arafat no podrá asistir a la Misa del Gallo por orden del primer ministro israelí Sharon.

Para la cultura cristiana, Belén es la capital de la ternura y la imaginería popular puebla de belenes coloristas nuestros paisajes navideños. Siempre me han conmovido esas figuras fundamentales que rodean al Niño en una visión mágica de la realidad. Al Niño lo presentan generalmente desnudo y en muchos casos con un velo blanco matizando un pudor innecesario. Al cabo de dos milenios sabemos que ese Niño ha sido el hombre nacido de mujer --Dios para los cristianos-- que más ha influido en la historia y que ha conformado todo el pensamiento de Occidente. En su nombre se hicieron las entregas más profundas y humanitarias para ayudar al prójimo, pero también en su nombre y falsificando su predicación y su doctrina se montaron guerras y actos de extrema barbarie. Alrededor de ese portal de Belén se fueron acumulando leyendas de una belleza increíble. Junto al niño Niño, el personaje central es su madre María. Los evangelios nos dicen que era una joven virgen de Nazaret que concibió por obra del Espíritu Santo y dio a luz a su hijo primogénito sin perder la virginidad. Este hecho sustancial del cristianismo es también uno de sus misterios fundadores. Es un golpe genial de la audacia de Dios. Lo importante no es que Jesús haya nacido de una virgen, lo verdaderamente llamativo y desconcertante es que de una mujer haya nacido un niño que es hijo de Dios en sentido real. Hay otras religiones que tienen entre sus creencias y su prácticas la caridad, el amor al prójimo o el respeto a la vida, ...pero solo una hace de su Dios al hijo de una mujer entre las mujeres. Tal vez por esa inmensa y divina maternidad los pintores y los escultores nos la presentan en muchas ocasiones vestida con unas maravillosas túnicas bordadas en oro y seda, la visten como a una princesa o a una reina del Renacimiento. Y es de suponer que una joven embarazada que hubiera recorrido a pie o a lomos de un asno los caminos que van de Nazaret a Belén en donde daría a luz a su hijo en un establo, no tendría el ánimo, ni las posibilidades para vestirse con los lujos de las bellas muchachas de las cortes medievales o del entorno de Herodes.

El camino de Nazaret a Belén es duro, porque para evitar pasar por los montes de Samaria (muy peligrosos a causa de la animosidad de los samaritanos contra los judíos) tendrían que bajar por las depresiones del río Jordán y una vez que desembocaba en el mar Muerto encaminarse hacia los palmerales de Jericó y después comenzar una dura subida a través del terrible desierto de Judea hasta llegar a Belén. Estos dramas agrandan las dimensiones del misterio. El sentimiento cristiano ha mezclado la conmemoración del nacimiento con la idea de paz. Y con ese sentimiento se escribieron muchas canciones, para mi la más hermosa es "Noche de paz". Una canción que estos días cantan de una u otra forma mil quinientos millones de gargantas alrededor del universo. El desafío, es convertir este clima sentimental en una presión eficaz para que en Belén y en los territorios de Israel, Palestina y el mundo se consiga la paz y no continúe siendo escenario donde la tragedia tiene su residencia preferida. En los cielos de Belén estas noches no pueden volar ángeles, los matarían.