Opinión | FACIL Y DIFICIL FRANCISCO GARCIA CALABRES

VOLUNTARIADO Y CIUDADANIa

Decía San Agustín que el precio del hombre es su voluntad. Nada menos Voluntad enérgica que supera al ser humano y transforma el mundo, que escala cumbres e ilumina senderos, que impulsa mejoras y abre horizontes nuevos. Si la voluntad se define como una potencia del alma, el voluntariado es aquella puesta al servicio de la comunidad de forma generosa, altruista, solidaria, bien para acompañar a los necesitados en sus dolencias y padecimientos, para mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos o para reivindicar un hábitat menos deteriorado.

Estamos en la época del consumismo y del hedonismo pero, paradójicamente, también en la época del voluntariado, de la gente comprometida con otros valores más allá del individualismo lacerante. Voluntariado espontáneo de la vecina que visita y asiste al enfermo, que escucha al anciano o cuida del niño; voluntariado organizado para la mejora del barrio, del colegio o del mundo. Voluntariado desde la creencia religiosa, desde la diferencia de género, ó desde el compromiso político y social. Voluntarios en el centro día de ancianos, en el hospital, en las playas gallegas o en los recónditos confines de la tierra. Apenas sin darnos cuenta, el voluntario con su acción, participa activamente en la vida pública, orienta las acciones de gobierno, ejercita con responsabilidad y conciencia su ciudadanía. La ONU proclamó en el año 1985 este día como la jornada internacional de las personas voluntarias. En Andalucía, todo un ejército de más de 140.000 hombres y mujeres comprometidos con el bien común, con los valores de la libertad, la igualdad y la justicia, que cohesionan el sistema democrático y manifiestan el ejercicio diario de la ciudadanía, la corresponsabilidad social, la reivindicación de derechos que hacen que la sociedad avance.

El día de hoy debiera ser fiesta nacional. El voluntario es un ejemplo, un puerta abierta, una brisa de aire puro, un rayo de luz en un mundo de tinieblas. Tendríamos que edificar un monumento a ese voluntario anónimo, desprendido, entregado, que todos necesitamos encontrar alguna vez en nuestra vida para que nos acompañe otro trecho del camino.

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