Ryan Murphy acaba de estrenar su mejor serie para Netflix desde que la plataforma le fichó a golpe de talonario por 300 millones de dólares hace ya más de cuatro años. Cuando faltan unos pocos meses para que se termine el multimillonario contrato, su rentabilidad ha estado un tanto cuestionada porque sus trabajos no habían estado a la altura de lo que se esperaba. Podíamos encontrar cosas interesantes, pero no terminaban de ser obras redondas. Es el caso de 'The Politician', 'Ratched', 'Halston'... Los inconvenientes de ponerse hacer series como churros. La maldición parece haberse roto y ya hay una serie de Netflix como la que muchos queríamos cuando entró por todo lo alto en la casa del gigante rojo. Murphy cuando se pone histriónico puede pasarse de frenada, pero cuando se pone serio... eso ya es otra cosa. "Dahmer-Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer" está a la altura de algunos de sus grandes títulos y, sobre todo, de 'El asesinato de Gianni Versace'. La historia de Dahmer, conocido como el carnicero de Milwaukee, podría haber colado perfectamente como una nueva temporada de 'American Crime Story', salvo por el hecho de que es una serie que la productora del prolífico 'showrunner' hace para la competencia, esto es, Fox/Disney.

Como en el caso de la serie de Versace, Murphy nos ofrece en 'Dahmer' la historia de otro asesino en serie. Las dos están basadas en hechos reales y tienen una alta dosis de crítica social sobre los fallos de un sistema que podría haber evitado nuevas muertes. La perspectiva que nos da el tiempo nos permite comprobar todo lo que se hizo mal y algunas cosas son impensables con el prisma de hoy. Como las víctimas eran homosexuales y en su mayoría personas de color, no se encendió ninguna señal de alarma en los despachos de nadie.

La policía podría haber identificado perfectamente a Dahmer, con solo seguir unas pistas que eran más que evidentes. Algunas saunas le tenían vetada la entrada porque era aficionado a drogar a sus acompañantes, dejándoles inconscientes. Incluso la propia policía llegó a entregarle en bandeja de plata en su domicilio a una de sus víctimas que había logrado escapar. Los agentes se marcharon en seguida sin hacer más comprobaciones, porque consideraban que lo que allí pasaba "eran cosas de gays" y no querían saber nada más.

Polémica con la etiqueta LGTBI

Estos días se ha hablado de que Netflix ha acabado a 'Dahmer' retirando la categoría de serie LGTBI por las protestas de esta comunidad porque no les gustaba que se asociara al asesino con este colectivo y porque éste no es el tipo de visibilidad que buscan. Que se le incluyera en esta categoría no me parecía tan desafortunado, ni muchos menos un error, dado que en ella no lo importante no es la orientación sexual del asesino, sino también de cómo la homofobia de la época le pudo dar carta blanca.

De esta manera, Jeffrey Dahmer pudo seguir cazando víctimas entre 1978 y 1991 casi con total impunidad durante años y se le atribuyen al menos diecisiete asesinatos. La cifra exacta parece que no se puede precisar, dadas las atrocidades que cometió con los cuerpos de los asesinados después de su muerte. Lobotomías, canibalismo, cadáveres desmembrados o disueltos en ácido y esqueletos destrozados a martillazos. Su piso llegó a convertirse en una verdadero museo de los horrores del que emanaban todo tipo de olores y escalofriantes sonidos. Dahmer es una serie incómoda y altamente desasosegadora que nos ofrece un retrato sobre la mente de un monstruo. Casi parece un contrasentido que se haya encumbrado a lo más visto en la plataforma, cuando no es precisamente una serie comercial. La audiencia que ha tenido esta semana la permite codearse con títulos como 'El juego del calamar', o 'Stranger Things'. Es dura de ver, pero es muy buena.

"No me pasó nada que me convirtiera en lo que soy, siempre he sido así", explica Jeffrey Dahmer a los policías que le están interrogando. A través de 'flashbacks' vamos viajando a distintos momentos de la vida del asesino en serie, para ver que desde su infancia Dahmer nunca terminó de encajar en el mundo y cómo fue la complicada relación con sus padres. Hasta que encuentra su verdadera vocación que, dado el argumento, no es muy difícil de imaginar. Un tipo rarito, que no termina de llamar la atención y parece ser invisible para el mundo, hasta que se rasca un poco de lo que hay en su interior. No es ningún genio criminal, ni nada por el estilo. Da la sensación de ser un poco cortito, pero capaz de brutales estallidos de rabia. Aunque no es su ira lo más aterrador de él, sino la frialdad de su voz. Y sus acciones. Cuando es capturado, ni siquiera trata de eludir lo que ha hecho. Lo reconoce abiertamente y piensa que debería ser condenado a la pena de muerte. Evan Peters, actor habitual en otros títulos de Murphy, borda el papel del asesino en serie, con una interpretación muy alejada a la de otros monstruos histriónicos que ha representado en 'American Horror Story'.

Cuando los policías encargados de la investigación cuentan al padre del asesino (magistral Richard Jenkins) las atrocidades cometidas por su hijo, vemos cómo éste de alguna manera sabe que, si hay alguien capaz de hacer algo así, es precisamente él. Para el papel de la madre y la madrastra del monstruo tenemos a dos míticas actrices de los 80 y los 90, Penelope Ann Miller y Molly Ringwald, respectivamente. Padre, madre y madrastra se enfrentan a la angustiosa pregunta de ¿qué hicimos mal para que nuestro hijo saliera así?, ¿tenemos alguna responsabilidad en el reguero de muertes?

Homenaje a las víctimas

El propio Murphy se encargó de puntualizar que con esta serie no ha pretendido dar voz al asesino, sino a las víctimas. Tras ver la serie entendemos mejor qué pasa por la mente del monstruo, pero no intenta ni justificarlo, ni glorificar sus actos. Pero también vemos cómo las víctimas y sus familias fueron ninguneadas. De alguna manera, la serie también ha intentado rendir homenaje hacia ellas, aunque no han faltado las críticas de algunos de los familiares que le reprochan el hecho de tener que revivir aquel horror para que otros hagan negocio. Ellos prácticamente han tenido que mendigar que se les hiciera Justicia y percibir sus indemnizaciones por las negligencias policiales.

En el primer tramo de la serie, casi salimos a muerto por episodio. El tramo final es casi anticlimático al centrarse en las consecuencias para todos tras la captura del monstruo. Como en Solo asesinatos en el edificio, tenemos un episodio silencioso. La víctima es sordomuda y está casi todo subtitulado mientras los personajes hablan con lenguaje de signos. Es la única persona por la que el asesino parece sentir algo parecido al amor. Con él siente la tentación de romper las reglas y hacer un nuevo juego. Pero, como en aquella fábula del escorpión, Dahmer es incapaz de evitar hacer lo que hace.

Muchos daban por amortizada la alianza entre Murphy y Netflix, pero tras el éxito de 'Dahmer' hay opciones para que continúe. De hecho, nadie puede reprochar a Murphy que él no haya cumplido, por mucho que su productora haya intensificado el lanzamiento de nuevos títulos para la Fox, la casa de la que se marchó de un portazo y de la que parece que no se terminó yendo del todo. El contrato aun no ha vencido y ya hay otra serie de Murphy en la recámara. Netflix estrenará el próximo 13 de octubre otro thriller protagonizado por Naomi Watts y Bobby Cannavale; mientras que en Fox está al caer la nueva entrega de 'American Horror Story'. Al showrunner todavía le quedan historias por contar.