Tras dos años de ausencia, las criadas del vestido rojo han vuelto a Gilead. La cuarta temporada de 'El cuento de la criada' se ha estrenado esta semana en todo el mundo y en España de la mano de HBO. La serie se despidió de nosotros en pleno verano de 2019, antes de que hubiéramos oído hablar del covid, prometiéndonos una revolución. La pandemia dejó a la serie en barbecho, como ha pasado con otros títulos y muchas otras cosas en nuestras vidas. Pero tras la visión de los tres primeros episodios, no sabemos si llegaremos a ver esa revolución algún día. Nos prometen que sí, que esta vez va en serio. Pero ya han hecho lo mismo otras veces. La serie continúa jugando con eso de poner todo patas arriba para que, al final, las cosas acaben siendo como siempre. Un día nos encontramos con June impartiendo Justicia contra los tiranos del patriarcado y al otro nos la someten a todo tipo de perrerías, deshaciendo el camino recorrido. Los grandes cambios históricos muchas veces llegan con lentitud. Lo bueno de este retraso en la cuarta temporada de la serie es que, si se hubiera mantenido el ritmo de producción, nos habría tocado padecer durante el confinamiento el episodio de la tortura de June (Elisabeth Moss) y no sé yo si muchos teníamos el cuerpo a esas alturas para eso.

'El cuento de la criada' adaptaba una novela de Margaret Atwood que nos presentaba una sociedad distópica que había despojado de cualquier derecho a las mujeres. Una sociedad en la que no era muy difícil de encontrar paralelismos y metáforas sobre la situación de la mujer en el mundo. El estreno de la serie a los pocos meses de la llegada a la presidencia de Estados Unidos de Donald Trump convertía su mensaje en algo aterrador, ya que veíamos cómo democracias plenamente consolidadas se desplomaban de la noche a la mañana, arrebatando derechos y ensalzando a tiranos a la cima del poder. El éxito sorprendió a los responsables de lo que iba a ser una miniserie de una única temporada y que terminaba exactamente de la misma manera en que lo hacía el libro. Había que pensar nuevas maneras en cómo continuar la trama. Y lo hicieron.

El gran problema de muchas series es que, para que la historia pueda continuar, necesita que las cosas sigan igual. Jugar la carta de la revolución en 'El cuento de la criada' es la baza que, en cuanto se utilice, pondrá en marcha la cuenta hacia atrás hacia su final. No sabemos todavía a estas alturas si esta vez van en serio o, una vez más, todos los personajes recuperarán su status quo a la más mínima oportunidad. Semana a semana nos sentamos frente al televisor para ver qué nueva maldad se les ha ocurrido a los guionistas para torturar a alguna de las protagonistas. La soga de una cuerda en la que colgarlas, sacarlas un ojo, arrojarlas desde lo alto de un edificio... Como decíamos, hay un episodio de una hora de duración, el último de los tres emitidos en el estreno de esta semana, dedicado a contarnos cómo torturan a June. Ya no es ni Defred, ni Dejoseph, ni Denadie. El personaje ha abrazado para siempre la identidad de June Osborne y explora en este martirio cuáles son los límites de su sufrimiento y qué es lo que podría quebrantar su voluntad de hierra. Es la propia Elisabeth Moss la directora del episodio, alternando su interpretación con la mirada que hay detrás de la cámara para contarnos la historia. También es una de las productoras ejecutivas de la serie, lo que da muestra de su implicación en el proyecto.

La cuarta temporada ofrece dos grandes novedades al margen de su trama, A partir de estos episodios, Disney es la productora de la serie, Metamorfosis operada tras la compra de Hulu por el gigante mediático. Se supone que la serie pasaba a ser uno de los contenidos de Disney Star, la parte de la plataforma destinada a ofrecer contenido para adultos, pero en España sigue siendo HBO la encargada de estrenar los nuevos episodios. El segundo cambio es que Donald Trump ya no está en la Casa Blanca. El Cuento de la Criada se había convertido en una bandera del antitrumpismo y el feminismo, como también lo era 'The Good Fight'. Ninguna de estas dos circunstancias se refleja en el argumento. Hay una continuidad de estilo total y coherente con las temporadas anteriores. Cada vez está más claro que el régimen de Gilead está en clara en decadencia y se revuelca en su decrepitud, pero aún así sigue teniendo capacidad para ser feroz e implacable a la hora de hacer daño a sus enemigos. Como ocurre con las bestias acorraladas. Las criadas asestaron al patriarcado un golpe brutal con el secuestro de los niños al final de la temporada anterior y era de esperar que habría consecuencias.

Por el momento, la serie tiene garantizada su continuación en una quinta temporada, que no sabemos si será la última; mientras que la publicación en 2019 de una nueva novela de Margaret Atwood ambientada en la futura Gilead, puso en marcha la producción de un nuevo spin off. O sea que tenemos criadas para rato, siempre y cuando no acabe muriendo de éxito como le ocurrió a 'The Walking Dead'. De momento, seguiremos sentándonos semana a semana ante el televisor para ver si esta vez lo de la revolución va en serio. June lo ha pasado tan mal en toda la serie que se merecería un final feliz en Canadá en su familia en lugar de ser un mártir para su causa. Aunque la serie ha abierto pocas veces las puertas hacia el optimismo. Todavía June tiene cuentas que saldar con la tía Lidia y con los Waterford. Ann Dowd ha creado con tía Lidia a uno de las villanas más aterradoras de la serie. Tía Lidia es la perfecta encarnación de una fanática. Como también otra de las mejores malas de la función tiene nombre de mujer: Serena (Yvonne Strahovski) es la gran manipuladora. En distintos momentos la serie ha abierto el camino hacia su redención, pero ella ha optado por seguir con sus andadas. Su marido Fred Waterford (Joseph Phiennes) prometía ser el gran villano de la historia, pero al final ha resultado ser un poco pelele. Apostaría a que June tendrá un reencuentro con los Waterford en Canadá. Habrá que ver si esta vez va en serio eso de que la cuenta atrás ha comenzado.