En la Seminci de Valladolid está el abono matinal, el de tarde y el de noche. Y al segundo todavía le denominan 'Vermú', y así lo comercializan. Movistar acaba de estrenar con este título, Ver-Mú, su nuevo formato para impulsar sus películas y series.

Heredero de La Script, continúa presentado por María Guerra, Pepa Blanes, Cristina Teva y Laia Portaceli. Con una salvedad. Nos han birlado media hora de programa. Lo que antes duraba sesenta minutos se ha quedado en menos de la mitad.

Todo funciona rápido, cumpliendo la tarea que se le ha encomendado: la promoción pura y dura. Tanto es así, que en cada entrega tienen lugar dos entrevistas con sendos invitados, de los que solamente se emite una pequeña parte de la entrevista, editada, que no es que pase volando: es que es un visto y no visto. En la parte inferior de la pantalla se informa que es posible verla en la plataforma.

Pero llegados a este punto me surgen unas preguntas. ¿Dónde queda el goce de ver un programa sobre cine y televisión con los invitados correspondientes charlando con las presentadoras sosegadamente, con sus complicidades y anécdotas?

¿De verdad los jefes de la cadena piensan que los espectadores que vean Ver-Mú van a buscar en las plataformas las entrevistas para verlas completas? Como ocurrió primero en la radio y después en las revistas especializadas, estamos llegando a que los programas cinematográficos también se esquematicen de una manera alarmante, convirtiéndose en meros spots de aquello que anuncian.

¿De qué manera al espectador que picotea en este tipo de programas a cien planos por minuto se le va a fidelizar después viendo 'Nomadland', la película del año, con su premura y su tempo? Esa es la paradoja.