Eurovisión 2023 se acerca rápidamente, y toda España quiere que Blanca Paloma haga historia sobreponiéndose a las previsiones y superando a la gran favorita, la sueca Loreen. El 'Eaea' de la ilicitana volverá a llevar el flamenco a la competición, que este año se celebra en la ciudad británica de Liverpool por la imposibilidad de que Ucrania, ganadora en 2022, acogiera el evento debido a la guerra que mantiene con Rusia en su propio territorio.

España ha participado siempre en el Festival de Eurovisión, desde 1956, año en el que se fundó. Eso quiere decir que ha estado 66 veces (en 2020 el certamen no se celebró debido a la pandemia de covid) sobre el escenario de la canción de Europa. Y esas son muchas veces. Suficientes para que haya todo tipo de recuerdos asociados a los representantes españoles, unos maravillosos... y otros que preferiríamos olvidar.

Las mejores memorias

Al igual que la Fórmula 1 se vio revitalizada en España a raíz de la llegada de Fernando Alonso a la parrilla de pilotos, hubo un punto de inflexión importante en la importancia que la audiencia española le daba al Festival de Eurovisión, y ese momento fue 2002. El tremendo éxito que tuvo 'Operación Triunfo' en Televisión Española y la gran simpatía que despertaba en el público la que sería la representante nacional, Rosa López, hizo que los espectadores de ese año se multiplicaran, una tendencia que se mantuvo en años posteriores aunque los escogidos para defender el pabellón nacional lo hicieran con menos bombo mediático. De hecho, el resultado de Rosa fue un discreto séptimo puesto, por debajo de lo que se esperaba.

Desde luego, el gran éxito español en el festival tuvo lugar en 1968, cuando Massiel ganó el certamen con su canción 'La, la, la'. No obstante, este maravilloso recuerdo dio paso a uno mucho más caótico cuando, al año siguiente, hubo un cuádruple empate en el primer puesto y la organización española mostró mucha confusión a la hora de determinar el ganador. Otra de las grandes actuaciones españolas la protagonizó el grupo Mocedades en 1973, cuando quedaron segundos con 'Eres tú'. El tema se hizo increíblemente popular e incluso cruzó el charco para triunfar en Latinoamérica.

Tras una racha de resultados mediocres, 2022 significó la vuelta de España a los puestos de privilegio de la clasificación del Festival. La hispano-cubana Chanel se ganó el apoyo de todo el mundo con su 'SloMo' y terminó Eurovisión en un gran tercer puesto, muy cerca de Reino Unido (de hecho hubo polémica con las votaciones), aunque la edición estuvo completamente dominada por una Ucrania que ganó más por la simpatía que despertaba debido a la invasión rusa que por los méritos artísticos de su canción.

Para olvidar

Sin embargo, el camino ha sido espinoso en algunas ocasiones. España ha rozado (o directamente hecho) el ridículo en varias ocasiones y por distintos motivos. El caso más claro probablemente sea la candidatura de John Cobra. El rapero valenciano trató de representar a España en el festival en 2009 y 2010. Aunque su nivel artístico era prácticamente nulo, en ambos casos recibió un apoyo masivo (como forma de broma pesada) por parte de la plataforma de internet Forocoches. Por suerte, la sangre no llegó al río y Soraya fue la elegida en 2009 (la canción de John Cobra fue retirada debido a que ya había aparecido anteriormente en YouTube), mientras que Daniel Diges resultó escogido en 2010. Precisamente Diges vivió otro momento bochornoso durante su actuación en directo, cuando un espontáneo se coló en el escenario y se puso a hacer posturas ridículas entre sus bailarines. El equipo de seguridad tardó más de 20 segundos en reaccionar, aunque el artista español hizo gala de su profesionalidad y siguió cantando sin mostrar su sorpresa.

Otro de los intentos de hacer triunfar el humor fue la edición de 2008, cuando España decidió que su apuesta sería Rodolfo Chikilicuatre, 'alter ego' del actor David Fernández y que causó risa y vergüenza ajena a partes iguales sobre el escenario de Eurovisión con su 'Baila el chiki-chiki'.

La falta de habilidad del español promedio con el inglés causó en 2014 otro de los momentos que recordamos con escarnio, cuando la presentadora española, Carolina Casado, tuvo serios problemas con la pronunciación del idioma y se mostró incapaz de decir correctamente las palabras inglesas 'eight points' (ocho puntos), para acabar diciendo "oit points" ante la incredulidad de media Europa.

Si bien los representantes españoles han tenido en ocasiones actuaciones lucidas que han sido recompensadas con los primeros puestos de la clasificación, también ha habido momentos en los que, sea por los nervios, por problemas técnicos, por diferencias culturales o por cualquier otro tipo de inconveniente, el resultado en el escenario no ha sido suficiente. El caso más claro es, probablemente, el 0 rotundo con el que se volvió a casa Remedios Amaya en 1983 cuando España optó por el flamenco con '¿Quién maneja mi barca?'. Terminó, evidentemente, última en la tabla, empatada con Turquía, que tampoco puntuó. TVE lo achacó a un "choque cultural". Lo cierto es que la canción no era mala y la actuación de la cantante fue más que aceptable, por lo que solo cabe considerar que el recuento de puntos fue injusto para con la sevillana.

También ha habido ocasiones en las que los artistas de nuestro país han tenido problemas de ejecución. El gallo de Manel Navarro cuando cantaba 'Do it for your lover' en 2017 es un buen ejemplo. También vienen a la memoria los graves problemas de afinación que sufrió Raquel del Rosario -una artista reconocida y sin nada que demostrar- cuando El sueño de Morfeo interpretó 'Contigo hasta el final' en 2013.

Y cómo olvidar la manera en la que las dos hermanas que forman Azúcar Moreno salieron del escenario cuando un problema técnico hizo que parte de su música de fondo no se reprodujera en el momento correcto en 1990. Eso sí, las extremeñas pudieron repetir su actuación y su 'Bandido' terminó en un más que digno quinto puesto.