La palabra de la letra 'Z', zabro, le dio ayer el mayor bote de la historia de Pasapalabra a Rafa Castaño. Este sevillano de 32 años, librero de profesión y periodista de formación, se embolsó un premio de 2.274.000 euros, del que el fisco le retendrá unos 432.000 euros. "Cuando dije la tercera palabra difícil, me puse en tensión pensando en que sólo quedaba una. Quería ver cuál era. Iban pasando las letras y, cuando pasó la 'Y', me di cuenta de que era la 'Z'. No quería perder la concentración por un exceso de emoción y equivocarme. La dije con bastante convencimiento, hasta que Roberto no dijo que sí, no pensé 'joder, por fin'", relata el ganador de Pasapalabra en una entrevista con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica. 

"No pensaba que fuese a ser el día en el que me llevaba el bote", reconoce este librero sevillano. Después de 197 programas, incluido el de este jueves, se ha llevado la segunda cantidad más alta en los anales de los concursos de televisión, de 6.689.700 euros, que fue concedido en la misma cadena a Los Lobos, uno de los equipos más emblemáticos del ya desaparecido ¡Boom!.

El desarrollo del programa de este jueves, en el que a Rafa le acompañaba el equipo formado por Bárbara Rey y Diego Cantero, de Funambulista, fue impecable. Ganó en la Silla azul a Elena, la concursante gallega que le pidió a Roberto Leal un dibujo rápido para su hijo, resolvió antes de que se acabase la cuenta atrás las pruebas de la Sopa de letras y ¿Dónde están?, acertó a la primera la Pista musical, adivinando los compases de Like a Rolling Stone, de Bob Dylan, y se ventiló el Rosco en escasos 37 minutos de programa.

Tras el 'sííí' del presentador que le confirmaba como ganador, se quedó unos segundos callado, mirando a todos los puntos del plató, hasta que Orestes, primero, y Bárbara Rey, después, fueron a abrazarle. "Lo que se me venía a la cabeza cuando gané era Orestes. Parte de las razones por las que no salía eufórico era porque no me salía delante de él, que se merecía el bote igual que yo. Sabía que era un mal trago para él", apunta. "Cuando él se acercó a mí, le abracé y le dije que lo sentía. Estaba contento por mí, pero no me salía estar eufórico", dice al rememorar el momento en el que la cifra del Bote "daba vueltas por el plató y, de vez en cuando lo miraba y decía: 'Madre mía'". 

"Más allá de que soy bastante competitivo, las decisiones vitales y profesionales que yo he ido tomando no me han permitido vivir bien. Para mí, ganar el Bote era una oportunidad increíble para resolverme la vida", confiesa Rafa Castaño, que añade que "estaba y estoy muy perdido profesionalmente". Hace cinco años, decidió invertir parte del dinero que había ganado en otros concursos a lo largo de los 13 años en los que ha visitado los platós de varias cadenas, desde Adivina quién es quién Saber y ganar y, por supuesto, el Pasapalabra de Telecinco que frustraron los tribunales, en una librería. Fue entonces cuando entró como socio de Caótica. "El gran beneficio que ha tenido Caótica es que la exposición que ha tenido en el programa ha llevado a mucha gente a la librería. No todos con ánimo de comprar, sino de verme", dice.

¿Qué hará con el dinero?

Él hace tiempo que no pisa la librería, ha estado "muy apartado" durante el último año que ha dedicado a estudiar. Ahora, considera que su vida "no se puede plantear para estar detrás del mostrador de la librería, porque soy conocido y sería bastante incómodo". Su intención, cuando reciba el dinero en unos meses, es "estar tranquilo y luego invertirlo de manera inteligente". Sabe que no lo quiere tener en el banco y llegará el momento de "pararme y de tomar las decisiones con perspectiva y con cabeza". Tampoco lo invertirá en marcar su piel con la palabra de la suerte: "No me voy a tatuar la palabra con la que gané Pasapalabra porque es muy fea. Podría haber sido una palabra más bonita".

"De repente, tengo la oportunidad de plantearme otra carrera, de empezar de nuevo. Eso también me lo permite el bote, trabajar en algo que me guste, que esté bien pagado, que me dé tiempo, que me permita teletrabajar...", medita el campeón. Todavía no tiene demasiado claro qué va a hacer con el dinero, pero se muestra consciente de que muchos de sus compañeros que "tienen problemas para encontrar piso, que están con trabajos precarios y pertenezco a una generación que lo ha tenido bastante complicado". "Me siento un privilegiado absoluto", recalca. 

Eso sí, aclara que "si con el tiempo subo a Burgos, llamaré a Orestes y le invitaré a una cervecilla". Tampoco mucho más, porque recuerda que "él también se ha llevado un bote majo, de 220.000 euros de acumulado". Al día siguiente de llevarse el Bote, Rafa se levantó y lo primero que hizo fue estudiar, de forma automática. "Me tuve que decir a mí mismo: 'No, que ya no hace falta, tío'".

"El último año de mi vida, en mis ratos libres, era lo que hacía. Esa tarde, me vi dos capítulos de una serie y volví a la tranquilidad, a dedicar tiempo a mí mismo. Le pasa a cualquiera que se plantea un reto y lo consigue. Hay satisfacción, pero no sabes qué va a venir después", señala. El dinero le permitirá ahora "sentarme y dejar que la vida me vaya trayendo cosas", pero lo que más desea es "disfrutar" de los libros, de las películas y poder "volver a esa vida de estudiante que tanto echaba de menos". 

Un éxito de audiencia

Rafa acertó las 25 palabras que componen el Rosco en el primer intento. Su rival durante esta vuelta al programa que presenta Roberto Leal ha sido Orestes Barbero, el concursante más longevo que ha pasado por Pasapalabra. Sus duelos, siempre a cara o cruz, han enganchado a una audiencia que este jueves se congregó en masa para ver al sevillano, casi impertérrito cuando el confeti dorado le cayó encima, ganar el bote: alcanzó un 37,4% de cuota de pantalla, 4.578.000 de espectadores y 6.715.000 de contactos. En Castilla y León, de donde procede Orestes, el share se disparó hasta el 47,4%, según datos de la consultora Dos30'.

El ya millonario sevillano se había quedado en 13 ocasiones a una palabra de resolver el Rosco y había acumulado 75 victorias en la prueba final. Dice que en esos programas se iba con una sensación XXX. Este graduado en Periodismo abrió hace unos años una librería en su ciudad natal. Ha dedicado los últimos meses a tiempo completo a prepararse para desbloquear las 25 palabras elegidas para él en el programa de ayer.

"Si no hubiese ganado el bote, me habría llevado mi acumulado y, para eso, necesitaba también haber estudiado. El estudio habría servido igualmente para algo", expresa Castaño. Si no hubiera ganado, se habría sentido como cree que le ocurrió a Orestes, "triste, pero contento por el otro", asegura el mayor ganador de Pasapalabra, que comenzó a emitirse en Antena 3 a principios, para luego pasar a Telecinco y, finalmente, volver a la 'cadena amiga'.

Amistad con Orestes

Rafa Castaño ha entrado así a una lista de rostros que ya forman parte de la familia de Pasapalabra, como el anterior ganador del bote, Pablo Díaz, que ganó 1,8 millones de euros en julio de 2021; Fran González, que en la etapa de Telecinco se llevó más de 1,5 millones de euros; o Eduardo Benito, que ganó en el año 2006 un total de 2.190.000 euros.

Orestes y Rafa han entablado en el programa una entrañable amistad, que ya comenzó en pasadas ediciones de Pasapalabra. El sevillano afirma que, "pasara lo que pasara, iba a ser injusto", dado que el burgalés "se lo merecía igual" que él. "Es el mejor tío que ha pasado por aquí, mejor concursante y también un tío que se hace querer", elogiaba ayer el ganador.

"Ha sido una rivalidad sana. Somos lo suficiente compañeros y elegantes como para reconocer que ambos lo merecíamos", insiste. Sabe que la moneda podía haber caído de cualquier lado y, por eso, él quería empezar en esa ocasión a jugar. "Ya había tenido otros momentos en los que tenía bastantes más segundos que Orestes y, al final, me ganaba él. Tener más segundos te permite empezar y poder jugar con tranquilidad. Es verdad que, en las últimas semanas, los conceptos más difíciles de enciclopedia parecían un poco más asibles", agrega. 

En programas anteriores, se quedaron en varias ocasiones a una respuesta de pintar todos los círculos de verde, también del tirón. "Hice 23 palabras y 21 seguidas en distintos programas. Sabía que podía suceder [que alguien se lo llevase al primer intento] y no quería que fuera Orestes quien lo hiciera. Jamás pensé que podía ganarlo ese día", sentencia.