Este canario de 28 años, que opositaba a guardia civil, ha visto cumplido su sueño: ganar la tercera edición de Maestros de la costura (TVE-1) y coronarse como el mejor de la mejor promoción hasta la fecha. Ese sueño que le empujó a presentarse tres veces al cásting hasta que logró su meta. Su talento es tan innegable como su carisma. Se siente muy querido. Y no para de llorar...

-Si en la semifinal hizo un semiestriptís, esperábamos que en la final, lo haría completo. Nos habría alegrado el encierro...

-(Ríe) ¡Qué locura! Puedo decir que soy el primer concursante de Maestros de la costura que se ha desnudado en el plató.

-¿Qué ha escrito en la última página de su diario?

-Lo del diario Los sueños se cumplen empezó como una promesa a mi amiga Davinia. Y todas las noches no me acostaba sin escribir una página.

-¿Qué sintió al ver a la top África Alcover con su vestido ?

-Imagínese. La emoción es brutal. ¡Qué decir! Para quedarme yo sin palabras... (Ríe) Aún estoy en estado de shock. Es que llevaba tres años intentando entrar.

-En el duelo se enfrentaba a una concursante impecable.

-Begoña, la rival más fuerte. El jurado lo tenía difícil. Era como dividirse entre el día a la noche. Entre lo elegante y lo más moderno, el brillo y lo sobrio.

-Partía de la pedrería y el ‘brilli brilli’ y por él apostó en la final.

-Siempre he sido fiel a mi estilo. Y lo he mantenido hasta los días en que fallaba.

-La personalidad es vital.

-Sin personalidad no haces absolutamente nada. Yo en el concurso cambiaba y hacía muchas cosas que en mi vida había hecho ni me pensaba que iba a hacer; los zapatos, la camisa de popelín, el chándal... Pero tienes que ser fiel a ti mismo.

-No obstante, ha sabido aprovechar un aprendizaje que de otro modo no tendría.

-El aprendizaje es lo que me llevo del programa, entre otras cosas. Pero lo que me llevo sin duda alguna es el cariño de la gente. Cada semana triplicaba el número de seguidores. Me he sentido muy arropado. Si salía un mensaje hablando mal de mí en las redes, salían muchos otros defendiéndome.

-¿Percibía ese cariño dentro del programa? Porque cómo hacía llorar a Lorenzo Caprile...

-Tengo contactos con las cocineras, los chicos de la limpieza, los redactores, los cámaras, los jueces... Con eso se lo digo todo.

-Ha demostrado ser muy buen compañero. Ayudó a su rival con la bordadora en la final.

-Sí. Se le desconfiguró y si no hubiera llegado yo, no hubiera podido bordar. Y si no había bordado, no la valoraban. Y sin valoración, no ganaba.

-Ella, agradecida, gritaba: «¡Tiene que ganar Joshua!».

-Y yo la miraba con lágrimas en los ojos diciéndole: ‘«gracias!»

-¡Cómo le apoya su padre!

-Mi padre, desde que empecé en el mundo de la moda, ha estado apoyándome siempre y diciéndome: «Venga, cose, diseña... Haz cosas, no pares, no te estanques. Sigue creciendo...». Una de mis ilusiones era verlo en el plató, lo que no me imaginaba... Me lo estoy imaginando, hablando con usted, y ya estoy llorando... En mi vida he llorado tanto.

-En la polémica con el vestido de la Pedroche de Pronovias él le dio un gran consejo.

-Sí, se dijo que un vestido de las Campanadas era un plagio de un vestido mío y salió en la prensa de todo el país. Me empezaron a llamar de programas durante dos meses. Incluso de Sálvame. Pero mi padre me dijo: «Pan para hoy y hambre para mañana». Habría sido un poco circo.

-Al ganar dijo: hoy es el primer día del resto de mi vida. Adiós a las oposiciones a la Guardia Civil.

-Es que no es simplemente una frase. Y, sí, he dejado mis oposiciones al 100%. He apostado por esto hasta que entré... y gané.

-Eso sí que son unas oposiciones.

-En el primer cásting para entrar en el concurso me dijeron que no; en el segundo, otra vez que no, y en el tercero entré, concursé... y gané.