Jesús Calleja (Fresno de la Vega, León, 1965) ha vuelto a subirse a su helicóptero para sobrevolar pueblitos y zonas apartadas del país y captar las bellísimas imágenes que muestra en el programa Volando voy (Cuatro, miércoles, 22.45 horas). Hoy se acerca a la realidad del Delta del Ebro.

-¿Con quién se lo pasa mejor, con la gente anónima de ‘Volando…’ o con los famosos de ‘Planeta…’?

-A mí me gusta todo el mundo. Que sean más famosos o no no me influye, porque para mí todos son personas. Pero con Volando voy me divierto una barbaridad, porque es conocer un poco tu país: cómo se vive en los diversos lugares, qué paisajes hay, qué culturas, la gente… Lo que más me fascina es la gente, porque es extraordinaria allá donde vamos y se aprende mucho.

-En esta segunda temporada, además, a la misión que tenía el programa le han dado un plus.

-Sí. Antes lo que hacíamos era enseñar en esos rincones más apartados las nuevas tecnologías que están llegando. Y este año hemos dado una vuelta de tuerca más y la aplicamos a una necesidad real de ese pueblo, de esa zona o de ese lugar. Por ejemplo, en el Delta del Ebro, que hay una regresión clarísima, un hundimiento de la subsidencia y, está subiendo el nivel del mar por el cambio climático, ayudamos a un proyecto científico que hará, no solo que el delta no desaparezca en 50 años , sino que aumente en 20.

-¿Calleja el conseguidor? ¿El Papá Noel de los pueblos olvidados?

-No, lo que pasa es que nuestro programa es de entretenimiento, pero también tiene verdad. El humor es muy importante, y conocer a la gente, que tiene mucho que contar. Pero si además podemos ayudar… Y en Volando voy no hay ningún actor. Todo ocurre de verdad. Poder ver la cara que puso un agricultor del Delta del Ebro cuando le enseñamos un ingenio para espantar los pájaros de su arrozal, sin que al ave le pase nada… Quedó fascinado, y hubo una reunión para incorporarlo en su día a día. Eso para nosotros es…

-¿Hay un antes y despúes de su paso por esos lugares?

-Con honestidad, sinceridad, sin prepotencia y la máxima humildad, pensamos que sí.

-El helicóptero es un elemento clave para el programa.

-Sí, es una herramienta que nos permite ver las cosas desde un ángulo que no se puede captar desde la tierra. Da un punto de vista extraordinario. Vamos con dos helicópteros. Yo voy en el mío y las imágenes con las que mostramos los lugares y las de mi Robinson 44 las tomamos desde otro que me sigue y que lleva tecnología Cineflex, que son unas cámaras que van en giroscopios, con lo que, haga lo que haga, en el helicóptero no hay vibración, y el efecto visual es mágico. El helicóptero es el elemento conductor. Y luego está esa parte del efecto sorpresa. Porque tenga en cuenta que algunas personas en su vida han volado. Algunas ni siquiera han ido a Madrid o a Barcelona.

-Ahí está el Calleja de los desafíos, el que logra que la gente haga algo que creía imposible.

-A mí me genera mucha ternura poder dar sorpresas. Un helicóptero llama la atención a cualquiera, y volar en él, más. Porque es el vuelo más perfecto que hay: te permite pararte como una libélula, ir, venir… Llevar a alguien que nunca ha volado en esta máquina y enseñarle su casa, su tierra, desde el aire genera un efecto fascinante, una magia que emociona también al equipo. Yo he llorado con algunas personas..

-Y no lleva cámaras visibles, lo cual asegura la autenticidad.

-Muchas veces se lo pasan tan bien y están tan emocionados que olvidan que hay cámaras y son ellos mismos. Eso es lo bonito. Y ya no me ven como el Calleja de la tele, sino que soy un amigo que ha llegado ahí y les da una sorpresa.

-Las tecnologías son otro ingrediente importante del espacio.

-En tecnología variamos mucho. Si utilizamos drones, emplearemos uno que no se haya visto. Como ese derivado de los militares, que, por desgracia, son los más evolucionados. Nunca repetimos.