«Sería fantástico poder hacer desaparecer a Trump»

«Sería fantástico poder hacer desaparecer a Trump»

«Sería fantástico poder hacer desaparecer a Trump»

BARCELONA

Antonio Díaz, el Mago Pop (Barcelona, 1986), concibe la magia como un espectáculo total. A este ilusionista sin chistera le ha quedado tiempo para volver a pasar 48 horas con... famosos en DMax. David Bustamante, Mireia Belmonte, Jordi Cruz y Alaska y Mario serán sus anfitriones.

-En los nuevos episodios de ‘El Mago Pop: 48 horas con...’ vuelve a apostar por personajes vinculados a la música, el deporte y la cocina. ¿Es una casualidad?

-Es una coincidencia, porque muchas de las personas que admiro pertenecen a estos campos. El deporte y la música me gustan mucho. Y la cocina es casual, pero la estoy descubriendo y también me gusta. Estoy aprendiendo cosas.

-Empieza con Bustamante. ¿No le habrá encerrado de nuevo en la Academia de OT?

-No [ríe], pero la experiencia también fue formidable, porque es un tipo con una energía increíble. Le gusta mucho la magia y se lo ha pasado pipa. Hemos hecho magia en la obra y hemos tenido momentos musicales increíbles.

-Tampoco se le habrá ocurrido dejar a Mireia Belmonte sin medallas olímpicas…

-No, pero hemos hecho un juego con ella que vale la pena ver. Eso sí, no ha perdido ninguna, ja, ja, ja… La natación me fascina y Belmonte es un mito viviente. También hemos vivido la magia del agua.

-¿En las nuevas entregas hay muchas novedades?

-Sí, porque intento que toda la magia que hacemos en el programa no se haya visto nunca. Y eso es un gran reto: crear 12 o 13 juegos de magia nuevos para cada espacio es mucho trabajo. Además, intentamos que tengan que ver con el personaje y su día a día. Eso me ha permitido crear ilusiones que tal vez nunca hubiera realizado. Nunca hubiera pensado en qué hacer debajo del agua, por ejemplo.

-Al menos, tendrá un buen cajón de trucos para sus ‘shows’…

-No. La magia que hago en la tele solo la realizo una vez, a no ser que algún día en algún espectáculo pueda aprovechar alguna técnica. No me gusta repetir para no interferir con el teatro.

-¿A qué figura relevante le gustaría tener en el programa?

-A Donald Trump, porque sería un juego fantástico hacerlo desaparecer [suelta una carcajada]. Ahora todavía más, pero esperaría a que acabase el muro para teletransportarlo al otro lado. También me gustaría invitar a Michael Phelps, al que admiro desde la infancia, Usain Bolt y Coldplay.

-¿Qué les diría a esos espectadores que van a verle para pillarle el truco?

-A mí me encantan. Si se toman la magia como un reto intelectual, me parece muy divertido. El que se deja llevar disfruta más, pero me gustan todo tipo de espectadores. La cuestión es que vengan.

-¿A qué piensa usted que se debe el ‘boom’ de la magia?

-A muchos factores. Primero a la literatura y al cine, con el Señor de los Anillos y Harry Potter, y a la figura de los magos clásicos. Por otro lado, la televisión tiene mucha parte de la culpa de que, de repente, haya algunos magos jóvenes a nivel internacional que estén liderando proyectos de tele en cadenas generalistas, algo que nunca se había visto. Y, además, la magia tiene un potencial alucinante y la capacidad de gustar a todas las edades.

-¿Es consciente de que usted tiene parte de esa responsabilidad?

-Yo estoy entusiasmado de participar en este proceso, desde luego.

-¿No se siente muy presionado por la responsabilidad?

-No, para mí era mucha más presión cuando costaba que viniese la gente al teatro. Llevo toda la vida haciendo espectáculos en directo y cuando no hacía tele dependía mucho del boca oreja. Por suerte, los espectáculos tenían un boca oreja potente, pero las primeras semanas sufríamos mucho, porque nadie me conocía. Ahora tenemos la suerte, no solamente de llenar, sino de ir a los teatros más grandes del país y estar muchísimos meses, algo que es muy complicado. ¡Ojalá fuera así toda la vida!

-¿Qué cualidades ha de tener un buen mago?

-Ser un apasionado de la magia y estar dispuesto a dedicarle todas las horas, mucho esfuerzo y calma; y manejar bien los tiempos y la probabilidad del error, porque el ilusionista no puede fallar: si tenemos poderes especiales, no nos podemos permitir que se nos vea algo.

-A usted le han llamado el Dynamo español. ¿Cómo lleva esos elogios?

-Creo que cada uno tiene su estilo, sus sueños y sus desafíos. Admiro mucho lo que ha conseguido en la tele Dynamo, aunque no al nivel de Copperfield: hacer un programa de tele que haya funcionado en todos los países es muy destacable. Es un tipo joven con mucho futuro. Le deseo que le vaya fenomenal.

-Tampoco a usted le ha ido nada mal... En el teatro Calderón de Madrid tienen hasta un palco con su nombre.

-¡Es increíble! Es el primero de ese teatro que tiene nombre. Lo es por el récord que conseguimos de espectadores en una temporada con La gran ilusión. Nunca había sucedido. Ya ve, si un día quiere venir a mi palco, le invito… [ríe]. Yo todavía no he ido, pero tengo muchas ganas de hacerlo con mi familia, porque en la puerta pone mi nombre. Me hizo mucha ilusión.

-Como buen mago, se debe de guardar muy bien los secretos.

-Totalmente, al 100%.

-¿No es partidario de explicar ni siquiera algún truco?

-No, ni uno, no lo hago ni con la gente de mi equipo. La gente que trabaja conmigo solo sabe lo indispensable para hacer el espectáculo, porque yo trabajo con el secreto. Las técnicas que yo utilizo en La gran ilusión las cambiamos continuamente. Si usted tiene una teoría, se le desmonta al otro día… Incluso para mi equipo es sano que participe en un espectáculo del que ignoran la mayoría de las cosas.

-Y si yo le contase un secreto...

-Sería su mejor guardador de secretos… ¡Llevo toda la vida haciéndolo!

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