Jero García, el triple campeón de España de boxeo (1999), kickboxing (1999) y full contact (1998) que se costeaba sus entrenamientos limpiando cristales y como repartidor, ha enseñado a desenvolverse en el ring a famosos como Alejandro Sanz, Penélope Cruz o Victoria Abril.

Pero también a chicos con problemas a los que ha dado una segunda oportunidad gracias a su Fundación de Ayuda para la Integración a través del Deporte de La Escuela de Boxeo. Es una labor muy parecida a lo que hace, desde hace dos temporadas, como el Hermano mayor del programa de Cuatro en sustitución del también exdeportista Pedro García Aguado.

-¿Qué ha fallado con los chicos de ‘Hermano mayor’ para que sus padres hayan tenido que recurrir al programa?

-Cada caso es completamente distinto, pero lo que se repite constantemente es la falta de comunicación entre padres e hijos.

-Lleva dos temporadas al frente del programa de realidad ‘Hermano mayor’ en Cuatro, pero es una labor que ya ejercía en su fundación.

-Empecé muy pronto con los trabajos sociales. Tenía 17 años cuando vino a Carabanchel una asociación sin ánimo de lucro, Lakoma, que se dedicaba a evitar la creación de guettos en barrios conflictivos y empecé como voluntario ahí. Luego, cuando me tuve que poner a dar clases de boxeo para pagarme la gasolina del coche, me di cuenta de que esa mentalidad de ayudar a otras personas a nivel social lo podía aunar con el mundo del deporte. A partir de ahí empecé a becar a dos o tres chicos dando clase, hasta que llegó una fundación que me ofreció crear lo que es actualmente La Escuela de Boxeo. O sea, que son ya unos cuantos años.

-Su gran arma para ganarse a los chicos de ‘Hermano mayor’ es todo ese bagaje que lleva

detrás.

-Claro. Pero sobre todo hay una cosa que está muy clara: puedes tener mucha experiencia pero si no tienes empatía, apaga y vámonos.

-En su adolescencia, a usted, el boxeo le apartó de tirar por el mal camino.

-La vida la marcan las decisiones y la primera que tuve que tomar en mi vida fue ir por un camino o ir por otro. Yo cogí el camino del deporte. Esa fue mi primera decisión y a partir de ahí intentar prevenir a los demás de que este es el buen camino, y no el otro.

-Usted es de Carabanchel, un barrio madrileño muy complicado en los años 80.

-Yo vivía justo en el medio de unos asentamientos de chabolas, donde lógicamente estaba el mayor mercadeo de la droga que había en los años 80.

-¿Seguía el programa cuando estaba Pedro García Aguado?

-Sí.

-¿Y pensaba que usted podía ponerse al frente?

-Nunca me lo planteé. Lo veía porque mi mujer era fan incondicional. Lo que me parecía curioso es que algunas actividades me servían luego a mí para trabajar en la fundación. Pedro lo hacía muy bien.

-¿Por qué los dos ‘hermanos mayores’ han sido deportistas? No será casualidad.

-El valor del deporte es el sacrificio, la constancia y el trabajo. Además, el deporte es el mejor antidepresivo que existe. Sobre todo para gente con problemas de canalización de la agresividad y de adicciones, que son casos que veo mucho. Todo el deporte que sea sacrificado al final tiene su recompensa tanto mental como físicamente.

-También será porque con su físico pueden pararle los pies a los chicos, que se ponen muchas veces agresivos.

-Bueno, es lo que pasa en la vida, que hay cosas que a veces son agrias. Todos los que nos dedicamos al deporte de élite tenemos nuestra recompensa física. Hay que reconocer que Pedro era un pedazo de bicho, era muy grande, y yo soy más a lo ancho que a lo alto.

-¿Cómo llevó las comparaciones con su predecesor, Pedro García Aguado?

-Nunca me han afectado. La competitividad ya la viví en mis 13 años de boxeador. Ahora solo hay una persona con la que compito: conmigo mismo, para que cada mañana me levante para ser mejor persona que el día anterior. Esa es mi lucha y mi batalla, no quiero pelear con nadie más.

-Pedro sí que opinó sobre usted cuando dijo en un tuit: «Yo no hago el programa. Lo hace un boxeador y no parece que le vaya muy bien por lo que he oído».

-Creo que fue un malentendido y no hay ningún problema. Luego me mandó ánimos para la temporada. Para mí es una leyenda de la televisión y tiene todos mis respetos. Hermano mayor es un programa social, en el que antes estaba él y ahora estoy yo. El día que no esté yo, espero que haya otra persona porque, desgraciadamente, esta falta de comunicación familiar y estos problemas de conducta de los chavales existen y tiene que haber un hermano mayor para que los ayude.

-Hay gente que dice que no se cree que los chicos que aparecen en el programa se comporten con tanta violencia delante de las cámaras.

-Si los chicos fueran actores o exageraran, no deberían estar en Hermano mayor, sino en Hollywood o Broadway. Nadie puede hacerlo tan bien. HSFlb