Hay un lugar donde no se podrá vivir en 24.000 años, porque el nivel de radiactividad es tal que así lo impide. Ese lugar fantasmal es la Línea de Exclusión de una población soviética tristemente famosa por una catástrofe nuclear: Chernóbil. Y hasta allí se ha desplazado el periodista Jon Sistiaga, curtido en enfrentamientos bélicos y situaciones comprometidas, para grabar una nueva entrega de Reportajes Canal+: La ciudad del fin del mundo, que emite el canal digital el miércoles 23 (20.00 horas).
DESASTRE NUCLEAR
"La idea surgió por las pamplinas de las profecías mayas. Pensamos que el lugar más parecido al fin del mundo era Chernóbil", asegura el periodista. "Pero el reportaje no es un alegato antinuclear ni pronuclear --advierte--, sino que solo pretende enseñar una realidad a quienes tienen más de 35 años y les queda lejos. Y a los más jóvenes". La realidad de un desastre provocado por "la soberbia humana por controlar la naturaleza y sus fuerzas, que casi nos lleva al cataclismo".
Para ello Sistiaga y el camarógrafo que le acompañó en la aventura se valen de una especie de road movie "visualmente muy potente e impactante", en el que se nos muestra la zona que rodea a la central, "un lugar vacío, zombi, de coloración azul", pero también lo que queda de la población ucraniana tras la evacuación de 1986, "una especie de parque temático de la URSS, con estatuas de Lenin, hoces y martillos...", describe. Y radiactividad, mucha radiactividad: "El límite de exposición permitido es de 120 y en algunas zonas llegamos a los 4.200. ¿Qué puedes pillar un cáncer en dos años? Quizá, pero ya sabes a lo que vas", dice.
Un riesgo en este caso "difuso, invisible", pero que en otras ocasiones ha tenido forma humana, ya que Sistiaga fue agredido por un hincha ultra, capturado por tropas serbias...
Eso sin contar su terrible episodio en Irak. "Mi concepto del periodismo es el de una implicación total. La gente quiere que le des información, emoción, denuncia, acción... Y para eso no puedes usar imágenes de archivo", asegura.
