El modelo francés de televisión pública tiene los días contados. El anuncio de Nicolas Sarkozy de que la publicidad será eliminada a partir de enero del 2009 en los cinco canales del Estado ha desatado una intensa tormenta. No hay para menos. La medida alterará por completo un sistema audiovisual basado en el control de la autoridad independiente --el Consejo Superior del Audiovisual-- y la contención de los espots en todas las cadenas.

Sin publicidad, la televisión pública francesa pasará a depender enteramente del Estado. Sarkozy ha aprovechado la reforma para cambiar la elección del presidente del ente, hasta ahora designado por el Consejo Superior del Audiovisual, para convertirla en un nombramiento directo del jefe del Estado. El otro efecto polémico consiste en compensar la falta de ingresos --la publicidad representa el 30% del presupuesto del grupo France Télévision-- a través de la creación de una tasa sobre la factura de la telefonía móvil y de internet.

Tanto la oposición como los operadores --que deberán abonar al Estado un 0,9% de su cifra de negocios-- han puesto el grito en el cielo. Los socialistas denuncian un "golpe grave a la independencia de los medios de comunicación". Y las empresas de telefonía claman contra la imposición de una tasa que consideran tan "contraproductiva revertirá en la factura de los usuarios como ilegal". De hecho, Bruselas ya ha expresado sus reticencias al proyecto.

Los sindicatos de periodistas también han criticado la medida. Advierten que la pérdida de los 650 millones de euros anuales que reporta la publicidad no serán compensados por la nueva tasa. Se calcula que supondrá una recaudación de 380 millones de euros. Y temen, en consecuencia, que la operación esconde la voluntad de cerrar algunas de las cadenas públicas en favor de los intereses de la principal televisión privada francesa, TF1, propiedad de Matin Bouygues, amigo íntimo de Sarkozy.

Sarkozy no oculta su objetivo de impulsar el crecimiento de los grupos de comunicación privados para que puedan competir con sus rivales anglosajones a nivel internacional. La medida, que se empezará a aplicar en enero del 2009 con la supresión de la publicidad a partir de las ocho de la tarde, irá acompañada de una flexibilización de los espacios publicitarios. En la actualidad, las bandas de anuncios están muy acotadas. En las películas, por ejemplo, solo esta permitido un corte publicitario. Un control que está a años luz del que existe en España.