La mayoría de los millones de turistas que visitan cada año España se quedan prendados de la riqueza cultural y paisajística de nuestro país. Tanto es así que muchos de ellos deciden volver los años próximos para seguir descubriendo una tierra que guarda tesoros majestuosos, entre los que se encuentra su tan afamada gastronomía.

Y es que, en las distintas regiones del país se pueden degustar infinidad de platos diferentes y acordes con el entorno y la temperatura de la época del año y el lugar. En verano es de lo más apetecible comer, por ejemplo, un ‘pescaíto frito’ en la orilla del mar mediterráneo en Cádiz o una paella en Valencia. Pero cuando llega el frío, también podemos optar por platos sensacionales que nos ofrece la cocina de muchas regiones de nuestro país, como, la fabada asturiana o un cocido madrileño.

Uno de esas recetas que más adeptos tiene es la sopa tradicional de ajo, que, aunque tiene su origen en la región de la Mancha, es muy popular en todo el territorio e incluso en otros países con influencias culinarias españolas. La sopa de ajo fue un almuerzo muy frecuente entre los campesinos de la antigüedad y, aún hoy en día, constituye uno de los olores que rondan por los aires de las diferentes procesiones de Semana Santa.

A medida que la cocina española evolucionó, la sopa de ajo se convirtió en un plato más sofisticado y fueron surgiendo diversas recetas, pero manteniendo siempre su origen en un plato básico y económico.

El ajo, aliado de nuestra salud

Hoy en día, durante los meses de frío es muy habitual que en las casas de nuestro país se sigan preparando sopas de ajo, pues además de ser fácil de digerir, ser económico y ayudarnos a entrar en calor, su ingrediente principal posee propiedades antioxidantes y antiinflamatorias beneficiosas para nuestro organismo. Así, el ajo mejora de la salud cardiovascular, ayuda a reducir la presión arterial, a disminuir el colesterol LDL (el ‘colesterol malo’) y a aumentar el colesterol HDL (el "colesterol bueno").

También puede servirnos para prevenir enfermedades infecciosas, debido a sus propiedades antibacterianas, antivirales y antifúngicas. Por otro lado, mejora del sistema inmunológico y algunos estudios sugieren que el consumo regular de ajo puede reducir el riesgo de ciertos tipos de cáncer, como el cáncer de estómago y el cáncer de colon.

Una vez que nos hemos convencido de las bondades de esta receta, solo queda lanzarnos a cocinarla para comprobar que su sabor es tan bueno como dicen.

Ingredientes:

  • 10 dientes de ajo
  • 1 litro de caldo de pollo o caldo de jamón
  • 200 ml de leche o nata
  • 4 rebanadas de pan rallado
  • 4 rebanadas de jamón serrano
  • Aceite de oliva
  • Sal y pimienta al gusto

Elaboración:

Para comenzar, debes pelar y picar finamente los dientes de ajo. Después, calienta un poco de aceite de oliva en una cacerola y agrega el ajo picado. Sofríe a fuego medio hasta que esté dorado.

Agrega el caldo y la leche o nata a la cacerola y mezcla bien. Deja que la sopa hierva y luego baja el fuego. Añade la sal y la pimienta al gusto.

Agrega las rebanadas de pan rallado a la sopa y mezcla bien. Deja que la sopa espese durante unos minutos.

Mientras tanto, coloca las rebanadas de jamón en una sartén y cocina a fuego medio hasta que estén crujientes. Escúrrelas sobre papel absorbente.

Sirve la sopa caliente y coloca el jamón crujiente sobre la sopa justo antes de servir.

Con esta receta básica puedes preparar una sopa de ajo con jamón crujiente deliciosa, pero también es recomendable experimentar con ingredientes y proporciones para encontrar el sabor perfecto.