Se acerca la primavera y con ella la temporada de oro de un alimento tan característico de la dieta mediterránea, como es el espárrago. Esta deliciosa verdura ofrece un sinfín de posibilidades en la cocina. Su sabor puede combinarse con muchos otros alimentos y preparar platos creativos y espectaculares. También pueden emplearse como un saludable entrante para picotear.

Los espárragos son una nutritiva verdura que nos proporciona notables cantidades de fibra. Al no tener casi calorías, esta verdura suele ser muy empleada en las dietas hipocalóricas, para adelgazar o depurativas. Además, resultan aconsejables si se retienen líquidos o si se sufre de estreñimiento.

 

Pero, no solo eso, los espárragos también aportan vitaminas C, A, E y del grupo B, como el ácido fólico. También son destacables sus efectos diuréticos y laxantes. También son buenos antioxidantes y ayudan a fortalecer los huesos, el cabello, las uñas y mejoran la piel.

Diferencias entre los tipos de espárrago

Podemos encontrar espárragos, blancos, verdes y morados. Asparagus sprouts in hands of a farmer on green grass background. Fresh green, purple and white asparagus sprouts. Food photography

Si nos dirigimos al supermercado a comprar espárragos, probablemente encontremos tres variedades bien diferenciadas: los verdes, los blancos y, menos comunes, los morados. El espárrago blanco es el tallo que ha crecido dentro de la tierra y aún no ha brotado hacia el exterior. El verde, en cambio, es un espárrago que ya ha salido a la superficie y tras estar expuesto al sol y hacer la fotosíntesis ha adquirido ese color. En cuanto al morado, podemos decir que en realidad son espárragos blancos, que expuestos a la luz adquieren un color rosado.

Otra diferencia entre estas variedades se encuentra en que los verdes tienen más cantidad de nutrientes que los blancos. Salvo en algunas excepciones como en azúcares y proteínas, los verdes tienen una mayor cantidad de vitaminas y son tienen un sabor más intenso.

Cómo elegir y conservar los espárragos

A la hora de elegir los espárragos debemos tener en mente que estas verduras comienzan a ponerse amargas apenas cosechadas, por lo que, dentro de lo posible, lo más recomendable es comprar los cercanos a tu zona. En España tienen un gran prestigio los que poseen Denominación de Origen de Navarra.

Una vez adquiridos, para mantenerlos frescos hasta la hora de comerlos, debemos meterlos en la nevera sumergiendo la base en agua, de forma que queden las puntas arriba. Con un cuchillo cortamos la parte más dura los introducimos en un vaso alto o en un jarrón con agua. Para que las puntas no se sequen, las debemos cubrir con una bolsa de plástico, evitando así que estén en contacto con el aire.

Trucos para cocinar espárragos

El kid de la cuestión, tanto a la hora de limpiarlos, como de cocerlos, radica en que debemos estar pendientes en todo momento de las puntas, que son muy delicadas. Para limpiarlos, los sumergimos en agua fría para después secarlos sobre un paño. Cortaremos la parte final blanquecina de cada tallo, que mide unos 2 o 3 centímetros aproximadamente.

Una vez los tenemos limpios, llega el momento de cocinarlos. Los espárragos son una delicia de distintas formas: al vapor, salteados en la sartén o asados a la plancha. Si los espárragos que tenemos son gruesos será necesario hervirlos primero en agua salada para impedir que se queden demasiado duros. Las puntas, en cambio, deben cocerse por mucho menos tiempo que los tallos o ser dejadas directamente fuera del agua.

A la hora de manipular los espárragos, debemos tener precaución con las puntas, que son la parte más débil. ShutterStock

Si queremos cocer los espárragos enteros, podemos amarrar varios con hilo para cocinar haciendo una especie de mazo y colocarlos en una olla estrecha y larga. Así, colocaremos la parte más dura de los tallos en el fondo y las puntas quedarán en la superficie, sin tocar el agua. Las puntas, al ser más débiles se cocerán solamente con el vapor del agua.

Por el contrario, si los queremos cocer cortados, debemos separar las puntas y comenzar a cocer los tallos cortados en pedazos de 2 o 3 centímetros. Cuando queden dos minutos de cocción, añadiremos las puntas.

El tiempo que necesitarán los espárragos, variará dependiendo de su grosor. A mayor grosor, más tiempo. Pero el rango suele ser de unos 5 a 15 minutos. Para saber si ya están cocidos o les queda un poco más, podemos pincharlos con un tenedor y, si están tiernos, pero compactos, estarán ya cocinados. Si después vamos a introducirlos al horno, junto al resto de los ingredientes de la receta o al agua hirviendo, es recomendable dejarlos un poquito duros.