Cada vez hay más vinos ecológicos, pero hace bastantes décadas todos los lo eran. La química no había entrado en las viñas ni en las bodegas, de manera que se elaboraban de la única manera que se podía.

"Mi abuelo solo usaba un mineral natural antifúngico, el azufre, que aplicaba en las viñas con unas maracas y en la bodega para limpiar las barricas. Eran los propios animales, la biodiversidad, y el cavar y arrancar las hierbas de los viñedos lo que prevenía las plagas", recuerda Marta Casas, enóloga de Parés Baltà, bodega del Penedès que solo trabaja en clave 'eco'. Pero, ¿se pueden apreciar diferencias entre vinos convencionales y ecológicos?

La enóloga señala que en una cata a ciegas son muy difíciles de distinguir, incluso para los expertos. Aunque apunta: "Un ecológico o biodinámico se puede fácilmente distinguir por su textura, autenticidad y sabor. Las sensaciones y emociones que puede transmitirnos son mucho más fuertes que las que nos puede transmitir uno convencional. 

Marta Casas, enóloga de la bodega Parés Baltà.

Para el común de los paladares, lo que distingue a unos y a otros no se nota en la boca sino en el proceso que convierte las uvas en el líquido que llega a la copa. Y ese proceso tiene que ver con la conciencia de actuar siguiendo unos valores de respeto por el medio ambiente. "Se trata de elegir cómo queremos vivir. Y obrar en consecuencia. No todo se puede hacer de manera sostenible al 100% pero casi. Es imposible no contaminar con plástico, con combustibles fósiles... pero poco a poco, con nuestro granito de arena, se puede ir haciendo una vida más sostenible", reflexiona Casas. Y en su ámbito, ella se decanta por hacer vinos ecológicos.

1. Nada de químicos en la viña

"En la viticultura ecológica y biodinámica hay límites a los productos para cuidar la viña. Por supuesto, todo debe ser de origen natural y nada químico. Solo se nos permite el uso de azufre y cobre, probióticos, ortigas y feromonas. Ni antifúngicos químicos ni nada por el estilo. Y en la bodega, la lista de productos enológicos es muy reducida, con límites en los sulfitos, con los productos para clarificar (han de ser orgánicos como la bentonita, que es una tierra de arcilla, y las proteínas vegetales de guisante o patata)... Un vino debe ser únicamente jugo de uva fermentado, nada más. Ni añadirle ni quitarle nada. Como el tomate que puedes cultivar en el jardín o balcón de tu casa. Natural al 100%".

2. Elaboración menos dirigida

Los vinos convencionales se elaboran de manera "bastante dirigida". "Tienen siempre los mismos protocolos, siempre usan las mismas cantidades de adyuvantes, de nutrientes... que los hacen más estables, y que son aprobados sanitariamente", subraya la enóloga, que desvela que, "a veces, los sufitos se notan en la nariz al abrir una botella por su punto metálico, algo que sucede en algunos vinos recién embotellados". En cambio, un ecológico obliga a 'improvisar' a los enólogos, que tienen que darle lo que necesita según lo que pida en cada momento.

3. Menos sulfitos

Los vinos convencionales llevan más sulfitos. ¿Significa que son menos saludables que los ecológicos? A Casas se le entiende todo en la respuesta: "En el mundo de los vinos convencionales todo está regulado conforme a la normativa de salud pública pero los niveles de sulfitos son mucho mayores y no podemos olvidar que hay muchos alérgicos a ellos y gente que les duele la barriga por la acidez de la bebida, algo que no sucede casi nunca con los vinos ecológicos". 

4. Más caros

Los vinos ecológicos son más caros porque el cuidado de las viñas resulta más costoso. "Hay que prevenir antes que curar", recuerda Casas. Por eso, más que hablar de precio de estos vinos, ella prefiere hablar de valor. "Debemos valorizar el vino porque las botellas baratas y sencillas no ayudan a prestigiarlo. En cambio, si lo tratas bien y representa bien el territorio y tu trabajo, que es muchísimo, se debe reivindicar su valor. Porque hay quien paga el gusto y las ganas por un gintónic y luego se escandaliza por tener que pagar 15 euros por una buena botella de vino ecológico". 

5. Los biodinámicos, más que ecológicos

¿Un vino ecológico es biodinámico? No. Pero un biodinámico sí es ecológico. La agricultura biodinámica es un paso más allá de la ecológica, que es la base. Explica Casas que "la tierra se trabaja igual pero tratándola como un ser vivo". "De hecho, no se usa la palabra explotación de la tierra sino que se recoge lo que da en función de cómo la has tratado. En la viticultura biodinámica, el agricultor aporta más a la tierra de lo que la tierra le da". Y ese trato incluye, por ejemplo, preparados homeopáticos a base de de plantas como cola de caballo, ortiga, diente de león... También se trabaja la tierra en función de los movimientos de la luna