Al margen

‘Enemigos’

David Valero construye una cinta muy recomendable, que te acaba tocando y dejando reflexivo sobre aquello que has visto y oído

Un fotograma de 'Enemigos'.

Un fotograma de 'Enemigos'. / EP

Manuel Ángel Jiménez

Manuel Ángel Jiménez

Un acoso continuado durante años, sometimiento y miedo provocado por el verdugo mediante violencia sobre la víctima. A partir de ese planteamiento, David Valero construye una cinta muy recomendable, que te acaba tocando y dejando reflexivo sobre aquello que has visto y oído. Con la música urbana como apoyo en el guion que ha escrito el director junto a Alfonso Amador, la película funciona de maravilla, convirtiendo el dolor en poesía del aquí y ahora. Los protagonistas de esta cruda historia son dos jóvenes, encarnados en Christian Checa y Hugo Welzel (otorgan verosimilitud al relato con sus excelentes trabajos, todo un duelo actoral) en los papeles de víctima y verdugo, desde los primeros años escolares mantienen este tipo de relación, intentando destruir insistentemente uno la vida del otro. Y la cuestión será si la venganza tiene sentido después de haber sufrido bullying, después de tantos años siendo sometido a maltratos de todo tipo, o si hay otras formas de actuación a pesar de las vejaciones y traumas sufridos. ¿Sirve de algo reaccionar con violencia ante este tipo de acciones? Hemos escuchado tantas veces aquello de que la violencia solo engendra más violencia...

Drama social situado en un barrio marginal, concretamente en el seno de una familia humilde, donde a pesar de haber problemas de todo tipo, se respira comprensión y ternura, como cuando el nieto acosado acompaña a su abuelo a diario hasta el hospital, o la madre que hace esa gran actriz que es Estefanía de los Santos, sufriendo con impotencia la situación de su vástago. Pero un incidente desencadenará el cambio drástico en la trama, invitando a verlo todo de otra manera, cuando el protagonista se plantea desde la más absoluta humildad qué hacer, sorprendiendo a propios y extraños con sus decisiones. Una lección de honestidad y valentía.

El filme está filmado con precisión, siguiendo al muchacho en todo momento, escrutando gestos y miradas, acompañando sus traslados a golpe de pedal, recorriendo las malas calles donde se dará de bruces con sus agresores. Todo ello, fotografiado con exacerbado realismo por Alberto Pareja.

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