Crítica de 'Paradise is burning': Sobrevivir sin una estrategia

En una de las primeras secuencias del filme, una hermana le dice a otra: “¿Cómo empiezas una pelea sin tener una estrategia?” La respuesta de la que se ha peleado es quitarse las bragas y limpiarse con ellas la sangre que le mana de la nariz. Es uno de los muchos momentos descriptivos e inmediatos de un filme que funciona a partir de una leve línea argumental y la sucesión de esos momentos significantes, narrado con ciertos altibajos pero buscando, ante todo, captar la espontaneidad de cada una de esas situaciones, sean más turbadoras o alegres.

 Las protagonistas son tres hermanas, de 7, 12 y 15 años que viven la mayor parte del tiempo solas debido a los largos abandonos de su madre. Son estrictas supervivientes. Han aprendido a serlo. Cada una va a la suya, pero la mayor, la que reclamaba una estrategia en la pelea, siempre acaba cuidando de las otras e intentando solucionar los muchos escollos que se les presentan en el camino: puede ser un robo en el supermercado o la visita de una asistenta social que no sabe de la inexistencia de la madre. Con las interpretaciones de las tres tiene bastante ganado el director del filme. La cámara se entrega a ellas del mismo modo que las tres, especialmente la mayor, se fían de esa cámara que las escruta con viveza y delicadeza al mismo tiempo.