Al margen
'Los Fabelman'
Steven Spielberg se inspira en su infancia y juventud para el argumento de esta película

Una imagen de la película 'Los Fabelman'. / CÓRDOBA

Antonioni, en Blow-up, consigue una secuencia magistral donde el fotógrafo, protagonista del relato, descubre mientras revela una toma algo fundamental que pasó desapercibido en el momento que fotografiaba en un parque. Steven Spielberg, en esta película inspirada en su infancia y juventud, el personaje que encarna a su alter ego también es consciente de algo que sus ojos no vieron mientras monta en su visionadora un plano filmado en el campo que enmarca a sus hermanas y, en segundo plano, su amada madre.
Y es ahí, precisamente, cuando todo se rompe en el interior de este adolescente que representa notablemente, de niño, Mateo Zoryon Francis-DeFord y, ya adolescente, Gabriel LaBelle, bautizado por Spielberg no como Steven, sino como Sammy. El amor a la familia y, sobre todo, al cine es lo que protagoniza esta película de uno de los directores que más lo ha venerado, con permiso de Truffaut. De hecho, la acción de esta autobiografía cinematográfica arranca cuando el niño Fabelman se enamora de lo que ve en una pantalla en compañía de su familia, quedando fascinado y marcando para el resto de su vida.
El segundo enamoramiento llegará cuando su padre (Paul Dano) le regale una cámara de súper 8 con la que realizara sus primeros filmes caseros por imitación. Pero quien realmente consigue dejar una huella indeleble en el protagonista es su madre, encarnada con excelencia en Michelle Williams, una mujer con alma de artista y una bipolaridad que la lleva hasta situaciones de lo más extravagante, transmitiendo una ternura exacerbada. También habrá un amigo del padre permanentemente instalado en el seno de esta familia, Seth Rogen, vayan donde vayan. Poco a poco, el director de E.T. nos introduce en el mundo de este chico y asistimos a su salvación a través de lo que más ama, el cine, como podemos comprobar después de su contacto con el John Ford que revive en el actor David Lynch. Y, por supuesto, ahí vuelve a estar la banda sonora firmada por John Williams, con esas notas de piano memorables que ilustran musicalmente sentimientos en forma de imágenes.
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