Hubo un tiempo en que la comedia llegó hasta altos niveles de calidad en la cinematografía de nuestro país. Ahí está Berlanga, insuperable. Ahora parece como si el género volviera a estar de moda, al menos es lo que se desprende si uno observa la cartelera. Todo un menú degustación apto para un público deseoso de pasarlo bien. Es lo suyo después de tiempos tristes como los vividos durante la pandemia. Éxitos como el cosechado por la última comedia familiar de Santiago Segura, la hilarante A todo tren. Destino Asturias, probablemente la más taquillera del verano (después de Fast and Fourius 9), ha sido una de las salvadoras del desértico patio de butacas que ha dejado como herencia la última crisis. Parece que Segura le ha cogido el punto a eso de versionar otras películas, en este caso un filme francés, como también a interpretar el papel de padre. Un reparto con nombres de lo más atrayente (Leo Harlem, Florentino Fernández, Joaquín Reyes, Paz Vega...) ayuda, asimismo, a que la cosa funcione. Tampoco ha ido mal Operación Camarón, la última de Carlos Therón, con un Julián López de lo más divertido.

Descarrilados, dirigida por Fernando García Ruiz, contiene un guion escrito por el ingenioso David Marqués (ha firmado exitosos libretos como el de Campeones, por ejemplo) y un trío de cómicos que hacen las delicias del público: Julián López (sí, también aquí), Ernesto Sevilla y Arturo Valls. Una road movie en interrail por Europa, filmada sin salir del país debido a las circunstancias. Y la última que ha entrado en pista ha sido García y García de Ana Murugarren, con José Mota y Pepe Viyuela como protagonistas de esta comedia de enredos y malentendidos en que dos tipos de igual nombre y apellido intercambian sus papeles, en principio de forma fortuita y después a consciencia para aprovecharse de ello. La idea no es muy original, aunque el resultado final se salva gracias a los trabajos interpretativos.