Desafortunado título en español para una recomendable película (Let him go, algo así como Lo dejó ir sería la traducción literal del original). Y digo recomendable porque este drama, con un inquietante suspense en el último tramo del filme, se nos revela como un interesante western, situado a mediados del siglo XX, donde se sustituye al caballo por una camioneta donde viajan los protagonistas (unos excelentes Kevin Costner y Diane Line) para intentar recuperar un nieto después de perder al hijo. Nada más comenzar la cinta ya se puede atisbar el estilo por el que opta su director, Thomas Bezucha, clasicismo y sobriedad en cuanto a puesta en escena, bella fotografía de Guy Godfree, omnipresente banda sonora muy estética de Michael Giacchino… silencios y elipsis. Algo podría recordarnos a cierto cine de Clint Eastwood.

Lo mejor del filme: las interpretaciones del reparto, incluso alguna secundaria como Lesley Manville, que hace un odioso personaje malo, muy malo. El guión, escrito por el propio director a partir de la novela de Larry Watson, presenta un claro maniqueísmo durante la segunda mitad del metraje: los buenos, muy buenos… y los malos, ya se ha dicho.

Se agradece ver en pantalla grande y en versión original los trabajos de Line y Costner, que han madurado como el buen vino, con grandeza. El es un sheriff recién jubilado y ella una mujer auténtica, capaz de domar caballos salvajes. Con la tristeza a sus espaldas por la pérdida del hijo se embarcan en pleno duelo en la aventura más audaz, todo por salvar a un nieto que ha ido a parar al peor lugar, con el peor padrastro y la peor familia. Por el camino serán avisados del peligroso destino, se encontrarán con algún indio bueno, y volverán a recuperar el amor enfriado después de tantos años de rutina en la pareja. Vivirán bellos atardeceres y, de pronto, irrumpirá la violencia cuando lleguen al Norte y se vean obligados a enfrentarse al mal, representado por la familia de salvajes que les esperan armados hasta los dientes.