Vaya título. Como para recordarlo. Por una vez no han sido las distribuidoras culpables de la desafortunada elección. Imposible que funcione así el boca oreja. En fin, vayamos al fondo de la cuestión. Película entretenida y de índole comercial, cosa que no tiene por qué ser inversamente proporcional al grado de calidad cinematográfica de la producción en cuestión. No hay declive durante el suspense de la trama ni provoca el aburrimiento del espectador mientras espera la resolución. Además, está uno de los rostros más atrayentes del panorama mediático como protagonista, Angelina Jolie, que llena con su carisma y fotogenia la pantalla en cualquier trabajo en que intervenga. Aquí se nos presenta como bombera, dedicada a salvar vidas en los más peligrosos incendios, con una carga de culpa muy acusada, pues en su historial figura no haber podido socorrer a unos niños acorralados por las llamas. Así que nos encontramos en la presentación de la historia a una mujer con signos de autodestrucción, aunque pronto se olvidará de ello para dedicarse en cuerpo y alma a redimirse, salvando la vida de un chico perseguido por unos asesinos que le han dejado huérfano, ya que tienen como misión que no salga a la luz un secreto que podría implicar a los más poderosos.

El director norteamericano de esta cinta, Taylor Sheridan, es un interesante guionista que nos ha regalado atractivos relatos como el de Comanchería (2016) o Sicario (2015), tiene el oficio necesario como para construir una cinta cargada de intriga, cosa que mantendrá al espectador pegado a la butaca de principio a fin, entre el vértigo y la espera de un desenlace que se llevará a más de uno por delante, entre el thriller y el western. Con unos malos supermalos, capaces de cualquier cosa, infames muñecos diabólicos cargados de mala uva, tras la inocencia de un niño y su guía. Cine de persecución a través del bosque, con un gran incendio como telón de fondo escenográfico que inyectará un plus de riesgo a la peripecia final.