Respecto del Premio Donostia que Juliette Binoche recibe este domingo, la pregunta más pertinente que cabe hacerse no es por qué el Festival de San Sebastián ha decidido concedérselo, sino por qué ha tardado tanto en hacerlo; la suya, después de todo, es una de esas carreras cuyo repaso quita el habla. A lo largo de cuatro décadas, ha trabajado con autores de la talla de Jean-Luc Godard, Léos Carax, Michael Haneke, Abbas Kiarostami, Krzysztof Kieslowski, Hou Hsiao-Hsien, Olivier Assayas e Hirokazu Koreeda. Y se ha convertido en la única actriz capaz de alzarse con el ‘Grand Slam’ de los festivales europeos, al ganar sendos premios interpretativos en Berlín –con ‘El paciente inglés’ (1996)--, Cannes –con ‘Copia certificada’ (2010)— y Venecia –con ‘Tres colores: Azul’ (1993)--, que comparten vitrina con un Óscar e infinidad de otros galardones. Para que la nueva estatuilla le quepa junto a todas las otras, probablemente tenga que hacer obras en el salón.

“Mi relación con Jean-Luc no fue fácil”, ha afirmado la francesa acerca del recién fallecido icono de la ‘Nouvelle Vague’, con el que trabajó al principio de su carrera en ‘Yo te saludo, María’ (1985). “Yo por entonces trabajaba como cajera en unos grandes almacenes, y trabajar con él me hizo darme cuenta de que, a la hora de rodar películas, el director no es necesariamente alguien que va a ayudarte o a protegerte. Fue como un jarro de agua fría”. Mucho más amables son las palabras que ha tenido para Isabel Coixet, encargada de hacerle entrega del premio esta noche. “La admiro profundamente. Es muy inteligente y culta, y me recuerda a mi madre por la vitalidad que derrocha; cuando rueda, le gusta coger el toro por los cuernos”, ha afirmado de la barcelonesa, que la dirigió en ‘Nadie quiere la noche’ (2015).

La filmografía de Binoche incluye 69 largometrajes completados, otro a medio rodar y dos más que aún son meras citas previstas en su agenda; actualmente, además, se encuentra en medio de la filmación de la miniserie ‘The New Look’, en la que da vida a Coco Chanel. Literalmente, no se está quieta, y así rebate un argumento extendido según el que no hay buenos papeles para las actrices maduras. “Quizá no abunden en un tipo de cine muy concreto, que cataloga a las actrices y a los personajes femeninos de forma muy determinada; ese tipo de cine hay que rechazarlo. Hay que trabajar fuera de los códigos machistas”. Está tan ocupada delante de la cámara que no se siente especialmente tentada a colocarse tras ella. “Además, cuando trabajo con cineastas a quienes admiro y con quienes establezco una colaboración muy estrecha, ya me siento un poco directora, porque tomo decisiones actorales que influyen en el conjunto de la película. Cada ingrediente de la mayonesa es importante”.

Incluso usando el mejor aceite, eso sí, a veces la mayonesa se corta. Resulta irónico que el largometraje de Binoche que el festival proyectará justo después de entregarle el Donostia sea ‘Fuego’, sin duda una de las obras más discutibles de la directora Claire Denis. Retrato de una pareja aparentemente feliz cuya unión empieza a resquebrajarse cuando aparece en sus vidas un segundo hombre, que solía ser el mejor amigo de él y mantuvo una intensa relación con ella, incluye numerosas escenas en las que los personajes fruncen mucho el ceño mientras gritan y gritan, ya sea en el baño o en el balcón o por teléfono, y entre tanto no logran que sus tribulaciones sentimentales resulten dramáticamente convincentes.