Las altas temperaturas pueden llevar al ser humano al límite de sus posibilidades. El calor nos altera, desespera y en ocasiones, nos hace perder la perspectiva conduciéndonos a perpetrar decisiones precipitadas e impulsivas. Igual que la fiebre provoca delirios, cuando el termómetro se dispara la realidad pierde sus contornos y nos adentramos en el terreno del infierno pesadillesco, un lugar donde se desatan los impulsos más primarios ya sea a través del sexo o la violencia y donde se dicen las verdades sin filtro. Por eso muchos guionistas y directores han utilizado la estación estival para evidenciar su carácter asfixiante y para que el sudor se convierta en un elemento más que caracterice a los protagonistas.

'Duelo al sol' (1946, King Vidor)

Hay finales que dan sentido a todo lo que hemos visto durante una película y que alcanzan un sentido mítico y épico. Es lo que ocurre con la escena con la que culmina este western de trasfondo bíblico en torno al enfrentamiento fraternal entre Caín y Abel. Los personajes de Jennifer Jones y Gregory Peck bajo un sol implacable terminarán disparándose consumidos por una pasión enfermiza y uniéndose para siempre en el abrazo más ardiente, arrebatado y sudoroso de la historia del cine.

'Un tranvía llamado deseo' (1951, Elia Kazan)

En todas las adaptaciones de Tennesse Williams se suda. Porque suelen ambientarse en la zona del Misisipi y porque sus personajes se encuentran consumidos por el deseo, la impotencia y la rabia. Pero esta película contribuyó a incrustar en el imaginario colectivo la imagen de la masculinidad rotunda y animal gracias a un apoteósico Marlon Brando con camiseta de tirantes (o torso desnudo) bañado de sudor. Esta iconografía sería también más tarde reproducida en películas homoeróticas como el ‘Querelle’ de Fassbinder.

'La ventana indiscreta' (1954, Alfred Hitchcock)

James Stewart sin poder moverse, con una pierna escayolada mirando a un patio de vecinos. El termómetro al rojo vivo, y una gota de sudor en la frente para inmortalizar la figura de este voyeur pegado a unos prismáticos para saciar su curiosidad. Es verano en la ciudad, las parejas sacan el colchón al balcón para poder aguantar el calor, las chicas van en ropa interior por sus casas y poco a poco la tensión y la intriga se van colando en el ambiente creando sensación de angustia pegajosa. Nunca el acto de mirar resultó más incómodo.

'A pleno sol' (1960, René Clément)

Italia, finales de los años 50, días interminables, mañanas de playa y sol, noches insomnes en fiestas bohemias, escapadas en barco y una obsesión, la del oscuro Tom Ripley por el playboy multimillonario Dicky Greenleaf. Una fantástica adaptación de la novela de Patricia Highsmith que brindó a Alain Delon una de sus interpretaciones más icónicas por su capacidad para desplegar ambigüedad y magnetismo en una película sobre cómo el deseo reprimido, el odio de clase y la ambición conducen al asesinato.

'El coloso en llamas' (1974, John Guillermin)

Sublimación del cine de catástrofes de los 70, esta estupenda producción de Irwin Allen -que optó al Oscar a la mejor película- es puro fuego en varios sentidos: el literal que provoca el pavoroso incendio que se desata durante la fiesta de inauguración del rascacielos más alto del mundo, de 138 vertiginosas plantas; y el que deja la incandescente constelación de estrellas del reparto, con Steve McQueen (ejerciendo de bombero), Paul Newman, William Holden, Fred Astaire, Faye Dunaway, Richard Chamberlain o Jennifer Jones. 

'Fuego en el cuerpo' (1981, Lawrence Kasdan)

Un clásico del neo-noir y también una de las películas que más gráficamente han plasmado el deseo y la excitación sexual a través de la fisicidad de unos cuerpos en estado constante de ebullición. Kathleen Turner se convirtió en el prototipo de femme fatale en esta película en la que tanto ella como William Hurt se bañaban casi de forma literal en sudor en medio de una atmósfera irrespirable en la que no había ventilador de techo capaz de sofocar su arrebato carnal.

'Jamón, Jamón' (1992, Bigas Luna)

A Bigas Luna siempre le gustó poner al límite a sus personajes y situarlos en atmósferas mediterráneas sofocantes, con el ruido de las chicharras de fondo, la tierra seca y el erotismo rústico. El sexo y sudor van unidos de la mano en el universo de un cineasta que dio un giro a su carrera con esta película en la que intentó indagar en torno a la cultura y el carácter español más primitivo a través de la comida y la lívido. Javier Bardem y Penélope Cruz quedarían marcados por sus interpretaciones al inicio de sus carreras.

'Sunshine' (2007, Danny Boyle) 

En un futuro próximo, el sol se está muriendo y, en apenas cinco años, la vida sobre la Tierra se habrá extinguido. Una misión espacial parte con destino a la estrella con el objetivo de hacer detonar en su interior una gigantesca bomba atómica que le insufle nueva vida. La sucesión de imágenes de sol, con sus llamaradas y fulguraciones, hacen inevitable la transpiración, pero nada más achicharrante que ver a Cillian Murphy (atención, ‘spoiler’) lanzándose a las brasas del astro rey a modo de heroico salvador de la humanidad.

'Mad Max: Furia en la carretera' (2015, George Miller)

Desde que George Miller debutara con su ya mítica ‘Mad Max: Salvajes de la autopista’ (1979) se encargó de definir sus rasgos de estilo, tan frenético como extremadamente crudo, a medio camino entre la ciencia ficción y el western. Cada una de sus aproximaciones a ese universo de carreteras sin ley nos han hecho sentir sucios y pringosos. Siete meses de rodaje en el desierto de Namibia para plasmar esta apoteósica aventura post-apocalíptica, al estilo de una ópera rock en la que Charlize Theron se coronó como emperatriz del asfalto.

'Cegados por el sol' (2015, Luca Guadagnino)

El cine de Luca Guadagnino es puro hedonismo, goce estético y sensitivo y eso es precisamente lo que aplicó a esta versión libre de ‘La piscina’, de Jacques Deray a la que dota de una nueva vida epicúrea en la que late el espíritu pop (su título original hace referencia a la obra de David Hockey) y la exaltación de la sensualidad, el cuerpo desnudo y el placer. Dos machos alfa compitiendo por el favor de dos mujeres libres en medio del calor, la humedad y una ola de viento africano que se convierten en catalizadores del deseo carnal.