Considerado como uno de los mejores ejemplos de la arquitectura civil del siglo XVIII en nuestra ciudad, su construcción fue promovida por la familia Mora-Saavedra, entre los años 1730 y 1750. Esta familia de posibles orígenes judeoconversos, formarían parte de las familias que se establecieron en Lucena, atraídas por la fama que tuvo la ciudad en tiempos pretéritos y la añoranza de morar en la tierra de sus antepasados. En su arquitectura destacan, además de su magnífica fachada, sus dos patios, el segundo de ellos porticado, y su bella escalera, coronada con una bóveda, atribuida por su estilo a dos de los últimos maestros lucentinos, Francisco José Guerrero y Pedro de Mena Gutiérrez. El palacio alberga en su interior el Centro de Interpretación de la Ciudad de Lucena y la Oficina Municipal de Información Turística, con una serie de salas temáticas y expositivas, así como una escultura de Eros de época romana, encontrada durante las obras ejecutadas para la rehabilitación del edificio.