Es una experiencia cómica única e irrepetible, en la que el público decide de manera directa la mayoría de los elementos de las historias que se representan. A diferencia del teatro clásico, nuestros actores no saben qué personajes interpretarán o dónde se desarrollarán sus aventuras escénicas hasta que el público da sus indicaciones.

Además de esta peculiaridad, una gran variedad de pruebas dan color a las improvisaciones, que se convierten en verdaderos retos cuya dificultad creciente contagia al público del vértigo que supone el salto al vacío característico de este tipo de teatro.