En 1816, durante un atípico y lluvioso verano en Suiza, Mary W. Godwin y su amante, Percy Shelley, compartieron noches literarias con el famoso Lord Byron en su villa, a orillas del lago de Ginebra. Se retaron mutuamente a componer el más fantástico relato de terror. Entre conversaciones sobre fantasmas, electricidad y experimentos galvánicos con el poder de reanimar la carne muerta, nació en la mente de aquella joven el germen de la primera historia moderna de ciencia ficción. Dos años después, con solo 20 años, publicó su Frankenstein, o el moderno Prometeo, convirtiéndose en una de las novelas más influyentes de la historia, desde la literatura hasta el cine y la filosofía.