El viaje que cambió mi forma de ver los viajes. 400 kilómetros, 4 días, 21 horas y 24 minutos en la bicicleta.

No se lo dije a nadie. Ni madre ni amigos ni novia. Ni siquiera tenía definido el destino. Era viernes, 10 de mayo del 2013. No tenía ningún alojamiento reservado. Salí de mi piso de San Pedro a las 8.40 con un corte en el dedo, una cámara de fotos, un libro, un cuaderno, varias piezas de fruta, dos bocadillos de nocilla y un puñado de barritas energéticas, todo ello en una mochila escolar agarrada con cuerdas a la parte trasera de la bicicleta, una reliquia de mi adolescencia. Para el primer día había previsto llegar a Puerto Serrano, a 156 kilómetros de Córdoba. Nunca había hecho más de 100. No llevaba cámara de repuesto.

Desde dentro nada parece una locura.

A la altura de Guadalcázar noto un extraño ruido. Las cuerdas están rozando con la rueda trasera. 1 hora y 18 minutos de viaje. Primer problema. Me echo la mochila a la espalda. En Marchena, kilómetro 97, me empieza a molestar el culo.

Un hombre me dice que vivió en Hong Kong. «Allí llamas a un taxi, te lleva a cenar, cenas, y el mismo taxi te devuelve a tu casa. El ritmo de vida está muy calculado». Sigo.

A las 19.25 llego a Puerto Serrano, tras 8 horas, 12 minutos y 55 segundos en la bici. Busco alojamiento, sin pensar que podría existir la posibilidad de que no hubiera ninguno. Hay uno, solo uno, junto a la vía verde.

Buscar emociones, no esperarlas.

No hago fotos a la gente. En este primer viaje gasto solo un carrete, la mayoría autorretratos. A veces un autorretrato me lleva más tiempo que un puerto. Es como un juego: dónde pongo la cámara, dónde me pongo yo, corre, vuelve, no puedes comprobar qué ha salido. ¿La repito? En el primer viaje repito las fotos. En el río, en el campo de trigo... hago secuencias, supongo que por la inseguridad del principiante. También de noche. En Zahara de la Sierra desperdicio cinco, aunque realmente no son basura. Hay fotos que sirven de camino para llegar a otras.

¿Tienes fuerzas?

Puerto de las Palomas.

En Grazalema me regalan un mapa, en El Bosque me invitan a una barbacoa y me sugieren apartamentos muy económicos. Sigue sin salirme hacer retratos.

En Arcos se me sale la cadena.

¿Loco? Loco es quien ve pasar su vida sin participar en ella.

Cruce: ¿Cádiz o Jerez? En Paterna de Rivera me mata el viento. Atravieso el puente de Cádiz esprintando. Llego hasta la punta de la ciudad, donde hay un castillo, me compro una sandía y me la como frente al mar.

Es bueno cuestionarse si el tipo de vida que llevas es realmente lo que deseas.