Tabla redonda y giratoria, aclaro. No vayamos a confundirnos con la mesa redonda donde el rey Arturo y sus caballeros ejercían el gobierno en situación de igualdad. Me refiero, pues, a esa tabla caprichosa de madera, de unos 28cm de diámetro -al menos, la mía- que gira -manualmente, claro, sólo faltaría que girase a su gusto- sobre una base más pequeña, facilitando a los comensales el acceso a cualquier cosa que haya sobre ella. Y fíjense, que digo cosa y no alimento, porque, aunque la venden como tabla para quesos, a medida que se utiliza, se le van descubriendo otras posibilidades. No sólo para embutidos y fiambres, que va de suyo, sino para, por ejemplo, en el desayuno, contener el aceite, la mantequilla, el azúcar, la cafetera, el zumo... Sus cualidades giratorias permiten alcanzar lo que se desee, evitando el pásame esto o aquello. Y otro ejemplo: ahora mismo la estoy usando en mi mesa de trabajo para los objetos de escritorio: clips, bolis, grapadora, papel celo, libreta de notas. En la cocina, si hay sitio, es un lugar ideal para tener las especias a mano.

Confieso que estuve mucho tiempo pensando si la compraba o no la compraba, precisamente por eso, por el espacio que pudiera ocupar y que terminara convirtiéndose en un armatoste más estorbando en la despensa. Pero vayamos a su primera función: la tabla de quesos. Una tabla de quesos que se precie debe estar formada por un mínimo de cuatro quesos; de ahí, para arriba; y su presentación, importantísima, puede obedecer a muchos criterios, pero algunas normas son imprescindibles, como que al cortarlos no pierdan su forma; así que unos irán en rodajas, otros en cuñas, otros en tacos...

También se pueden hacer monográficos, es decir, el mismo queso en distintos estados de madurez. En cualquier caso, antes que los fuertes, habrá que consumir los suaves; y antes que los duros, los blandos. Tanto los nombres de los quesos como el orden en el que deben ser comidos puede indicarse con palillos que llevan pegados banderines en los que se puede escribir o, simplemente poniendo los blandos y suaves en el exterior de la bandeja y los duros y fuertes, en el centro. Como adorno y acompañamiento, usaremos frutas y frutos secos, panes variados, biscotes y panecillos aromatizados. Las bebidas acompañantes deben ser al gusto de cada cual, pero yo recomendaría cerveza, sidra y blancos y tintos jóvenes.