Uno de los campos más activos en los que los astrónomos aficionados pueden contribuir a la investigación astrofísica es en la búsqueda de supernovas en otras galaxias. En efecto, el cielo está abierto a todo el mundo, profesionales, aficionados e interesados en los misterios del Universo. Noche tras noche, multitud de astrónomos aficionados de todo el mundo escudriñan el firmamento, saltando de galaxia a galaxia, en busca de algo nuevo en ellas: una estrella brillante que antes no estaba ahí, una supernova. Hasta hace una década, antes de que se pusiesen en marcha algunos telescopios robóticos capaces de observar grandes regiones del cielo en una sola noche, los astrónomos aficionados eran normalmente los primeros en encontrar supernovas en otras galaxias.

La búsqueda de supernovas en galaxias lejanas es la pasión del astrónomo aficionado australiano Robert Evans. Nacido en Sídney, Australia, en 1937, Bob Evans encabeza la lista de astrónomos aficionados que más supernovas han descubierto: 42 entre 1981 y 2005, aunque comenzó a buscar en 1955. Una de las razones por las que ha sido tan prolifero en este campo es porque memorizó el campo estelar alrededor de 1500 galaxias, lo que hacía que fuese capaz de observar 50 objetos en una hora, un récord no superado hasta la década de los noventa del siglo pasado con los primeros telescopios robóticos.

El 10 de diciembre de 2001 Bob Evans encontró una nueva supernova en las partes externas de la cercana galaxia espiral NGC 7424. Localizada en la constelación austral de la Grulla, NGC 7424 está a unos 40 millones de años luz de distancia de nosotros. Desde el principio los astrofísicos notaron que esta supernova, designada como SN 2001ig, era algo peculiar. Se había clasificado como del tipo II (esto es, las que provienen de las explosiones de estrellas masivas al final de su vida, a diferencia de las supernovas de tipo Ia que provienen de explosiones de estrellas enanas blancas), pero se encontró que la estrella progenitora había perdido misteriosamente casi todo el hidrógeno de sus capas externas antes de la explosión, algo realmente inusual. ¿Qué ocurrió aquí?

No era la primera vez que se observaba una supernova con esas características, la primera se encontró en 1987, pero el misterio estaba servido. ¿Cómo ha perdido la estrella masivas sus capas exteriores? Durante años se especulaba que quizá estos astros habían sufrido algún tipo de crisis especial, que hacía que desarrollaran fuertes vientos estelares y que pelaran las partes externas. Pero esta idea no terminaba de funcionar bien tanto en modelos como en observaciones.

MUCHO TIEMPO INVERTIDO

El astrofísico australiano Stuart Ryder (Observatorio Astronómico Australiano, AAO) ha dedicado mucho tiempo de investigación a intentar resolver el misterio de la supernova SN 2001ig. La semana pasada, en sendas notas de prensa emitidas por el AAO y por el Telescopio Espacial Hubble (NASA/ESA), se recogían los resultados finales de la investigación de Stuart Ryder y sus colaboradores. En ellas se mostraba inequívocamente que el motivo por el que la supernova SN 2001ig fue peculiar es porque la estrella progenitora tenía una estrella compañera. Estas notas de prensa recogían la información publicada por el equipo investigador en la prestigiosa revista científica Astrophysical Journal a finales de marzo.

¿Qué fue entonces lo que ocurrió? Antes de que explotase la supernova, el sistema contaba con dos estrellas, una de ellas muy masiva (la que terminaría muriendo como supernova de tipo II). Una vez la estrella masiva se hinchó al final de su vida, la más pequeña empezó a robar el material de las capas externas de su vecina: fue así como desapareció la mayoría del hidrógeno del progenitor de SN 2001ig.

En verdad, los primeros indicios de que SN 2001ig podría haber tenido una estrella compañera vinieron por observaciones que Stuart Ryder realizó en el radio-interferómetro Australia Telescope Compact Array (ATCA, Nueva Gales del Sur) en 2002. Sin embargo, sabía que para confirmar esta idea debía esperar a que se disipara el humo (polvo y gas brillante) dejado tras la explosión de supernova, algo que podría durar más de una década.

En los años siguientes, Ryder y sus colaboradores usaron varios telescopios, sobre todo el Telescopio Gemini Sur, de 8 metros, en Chile, para estudiar la región de la galaxia NGC 7424 donde explotó la supernova. Tras confirmar que el humo dejado por la explosión se había disipado, y con las coordenadas exactas de la explosión, Stuart Ryder y su equipo consiguió que el Telescopio Espacial Hubble observara NGC 7424 en busca de la estrella compañera a la supernova SN 2001ig. Y la encontraron: las nuevas imágenes, algunas de ellas obtenidas en colores ultravioleta, muestran claramente que exactamente donde explotó la supernova SN 2001ig sigue apareciendo un astro puntual de naturaleza estelar: la estrella compañera.

Esta es la primera vez que se ha encontrado una estrella compañera que ha sobrevivido a una explosión de supernova de tipo II, marcando un gran hito en el estudio de supernovas peculiares. Así se entiende mucho mejor que, de vez en cuando, algunas de estas supernova raras de tipo II no muestren apenas el hidrógeno de las capas exteriores: una estrella compañera ha robado ese material. Como apunta Stuart Ryder, esto supone una mejor comprensión de cómo mueren las estrellas más masivas del Cosmos.