Al cuarto de baño hay que ir a oscuras. A la tienda, a oscuras. No hay luces en el camping de Portet d’Aspet, no hay parcelas, no hay piscina, solo seis personas a mil metros de altura bebiendo vino y comiendo pizza. El alojamiento más salvaje. El más barato. Una factura hecha a mano: cuatro euros. Solo 20 bombillas de colores apagados alumbran la entrada al recinto. El recinto es el campo.

Al día siguiente pasamos por la curva donde Fabio Casartelli murió mientras disputaba el Tour de Francia de 1995. Yo tenía 11 años, pero entonces ya veía ciclismo y compraba el Marca. Me viene a la mente la portada, el muchacho en el suelo, en una postura fetal. Pienso lo estúpidos que somos cuando nos embalamos en los descensos, sin necesidad.

Atravesamos la frontera por el Col de la Mente, Vielha nos parece una capital y el pantano de La Guingueta, un lugar ideal para detenerse. Allí están Natxo, Marta y el pequeño Peio. El ejemplo de cómo un hijo no tiene por qué acabar con tu vida. Peio tiene diez meses, pero sus padres continuan viajando con la furgoneta, durmiendo en ella y bañándose en pantanos mientras dejan al crío en la orilla. En Llavorsí suena la guitarra. Más jóvenes a contracorriente:

-Los que estamos aquí hemos tenido un cambio de vida.

-Aquí tienes el río; en Barcelona tienes una mierda de mar y humedad.

-Yo me vine cuando lo dejé con mi mujer.

Los pueblos cada vez se hacen más pequeños. Unos kilómetros antes de llegar a Tor desaparece el asfalto.

-¿Para qué lo queremos?, nos dice Salvador, propietario de Casa Sisquet. Cuenta que la vida en Tor fue dura por el aislamiento, la marginación, el caciquismo y las disputas por la propiedad de la montaña que acabaron en asesinatos en los años 90.

Ya solo queda algún turista, como Sigrid y Gerhard, de Austria, que buscan los lugares más impresionantes para dormir en su coche. Beben vino, nos invitan, pero no entienden que rechacemos la tercera copa pensando en el puerto de Cabús, la frontera natural entre Tor y Andorra: Un camino de tierra, un valle bucólico, una antigua ruta de contrabandistas. «Nosotros somos el principio del mundo».