Indudablemente, el guiso de rabos de toro es típico de Córdoba. Es un plato antiguo que aquí toma entidad desde mediados del siglo XIX y se relaciona con el Barrio del Matadero Viejo, que abarcaba los alrededores de la Torre de la Malmuerta y el Campo de la Merced, y con las calles correspondientes a Santa Marina, cuna de grandes toreros, que se entrenaban, precisamente, en el matadero que daba nombre al barrio. Este guiso, que no es exclusivamente cordobés, está presente en numerosos recetarios, aunque con otros nombres: cola de toro, cola de vaca, rabo de ternera... En Córdoba se le llama rotundamente rabo de toro. Se trata de estofar los rabos, ya separados en trozos, en un sofrito de ajo, cebolla, puerro, zanahorias y tomate. Ahí se rehogan y se les añade sal, pimienta y vino -fino, amontillado u oloroso, según gustos-. Cuando se haya evaporado el vino se cubren con agua y se dejan cocer entre 2 y 3 horas, porque son bastante duros, o hacerlos en olla rápida.