El Palacio de Congresos y el Centro de Convenciones son recursos necesarios para facilitar el capital social de una ciudad como Córdoba. El capital social de Córdoba no es lo que cada cordobés sabe sino a quienes conoce dentro y fuera de nuestra ciudad. Esas relaciones sirven para avanzar y también como «red de seguridad».

Los edificios de Congresos y de Convenciones nos permitirán actuar de modo colectivo, siempre que esa cooperación nazca de la confianza y reciprocidad, que resultan de un proceso reiterativo. Ayudarán a potenciar la visión de red en la que debemos movernos tanto vertical como horizontalmente. Si nuestros lazos relacionales internos son débiles y bajos las conexiones fuera de Córdoba, incluso la apertura de ambos centros, nos harán a modo de pobres aldeanos.

La apertura y vitalidad de estos dos proyectos tendrán futura vitalidad dependiendo del contexto político e institucional en Córdoba, pues para Ayuntamiento y Junta de Andalucía aquella son recursos que se movilizarán dependiendo de la realidad de las instituciones locales, de la coherencia interna, su credibilidad y competencia, su transparencia y responsabilidad ante la sociedad cordobesa.

El palacio en Torrijos y el edificio en Parque Joyero son elementos capaces de integrar el desafiante trabajo proveniente de Ayuntamiento, Diputación Provincial y Junta de Andalucía y las redes empresariales, culturales y sociales.

No funcionarán esos espacios si no existen complementariedades y asociación entre diferentes sectores y dentro de ellos. Las Administraciones Públicas deben facilitar este capital social y ser actor en facilitar alianzas duraderas más allá de las divisiones ideológicas y adhesiones políticas. Las Administraciones Públicas deberían ser bolsones de eficiencia a la hora de finalizar estos edificios y lanzarlos en su actividad.

Palacio de Congresos y Centro de Convenciones y Ferias son puentes entre Córdoba y el resto del mundo, lazos comunitarios que vinculan; que crearán zonas empresariales, que tenderán puentes entre sectores sociales a nivel nacional e internacional. Son espacios para coproducir, complementar, forjar uniones, fomentar la participación, ampliar la capacidad y escala de las organizaciones de la capital y provincia. Ayudarán a reducir los costes de transacción, estimularán los encuentros, una ciudadanía responsable y una gestión colectiva de esos recursos.

La experiencia vivida respecto de estas dos instalaciones nos demuestra el abanico de partes interesadas y su interrelación; cómo afectan al poder y a los intereses políticos de las partes y cómo estas dos intervenciones tienen una consideración vital para Córdoba. Nos han revelado que representan una sutil mezcla de organizaciones empresariales y sindicales, la existencia de redes y la presencia de instituciones informales. Sobre estos dos edificios actuarán elevado número de participantes que conformarán la «industria de reuniones» de gran complejidad.

Andalucía cuenta con 500 establecimientos para reuniones y congresos y un total de 344 mil plazas. Más de la mitad se ubican en Málaga y Sevilla. Según datos oficiales el gasto medio que acude a este tipo de reuniones se mueve en el rango entre 787 y 818 euros. De esta cifra el gasto en alojamiento, alimentación, compras y transporte representa entre el 40 y el 50 por ciento del gasto total. La industria de reuniones, congresos, convenciones, jornadas ha crecido de manera notable en Málaga y Sevilla y decrecido en Córdoba por la carencia de aquellas infraestructuras.

Los datos de Málaga de esta industria arrojan un gasto anual cercano a los 70 millones de euros. Cuando Córdoba disponga de ambos centros de reuniones podrá ayudar a desestacionalizar la actividad turística en su conjunto, atraerá inversión privada; afianzará la infraestructura de viejos y nuevos hoteles, diversificará la demanda, generará sinergias con otras atracciones turísticas además de la Mezquita y Alcázar y desarrollará productos complementarios de carácter cultural y deportivo. Será capaz de aprovechar su intermodalidad ferroviaria con Granada, Málaga, Sevilla, Madrid, Zaragoza, Barcelona, Valencia y pronto Galicia. Córdoba podrá sentarse en Spain Convention Bureau ofreciendo espacios catalizadores de la industria de reuniones y traerá expertos mundiales de proyección internacional en diversas ramas de las ciencias y de las letras. Tras la apertura de estos espacios la ciudad deberá desarrollar modelos flexibles, innovadores y competitivos con nuestra oferta turística diferenciada, pero necesitará una cultura de servicios multidisciplinar, profesionalizada y de calidad para competir con Sevilla y Málaga.

Una Córdoba sin Palacio de Congresos y sin Centro de Convenciones y Ferias se asemeja a una ciudad amurallada en una época en que la globalización hace a las fronteras obsoletas. Cuando una ciudad levanta fronteras genera disputa entre sus ciudadanos y resquemor en aquellos que a ella quieren entrar. No existen fronteras para la emigración pero existen para las empresas que actúan en la industria de las reuniones al no disponer de capacidad ni de artefactos para sus celebraciones. No disponer de las instalaciones en Torrijos y Parque Joyero es una estrategia agresiva contra ese tipo de turismo cultural y económico; es una manera de levantar aduanas. El cierre de Torrijos y del espacio en Parque Joyero es una especie de línea Maginot invisible como lo es el que no se autorizara la apertura de nuevo hoteles en la ciudad. Esa barrera es un incentivo para el crecimiento de esa industria de reuniones en Sevilla y Málaga. El cierre de Torrijos y la no apertura del Centro de Convenciones actúa como frontera estable y permanente contra los actores de este sector y aleja a Córdoba, incluso, de las relaciones internacionales.

Estos cierres están provocando muchas externalidades negativas a ambos lados de esa frontera, crean incertidumbres económicas pero también afecta a los dirigentes políticos de la ciudad. Crea incentivos para que quienes desean venir a Córdoba deban dirigirse a Málaga o Sevilla, pues esos empresarios realizan un necesario análisis de coste/beneficio.

¿Cuáles son las razones para mantener una Córdoba amurallada contra el sector de las reuniones? ¿Qué nos induce a mantener estas vallas si estas murallas favorecen a ciudades colindantes?