Si todavía perseveramos en los propósitos que iniciamos con el año nuevo o al final de las fiestas navideñas, llevar una vida más saludable, ya habremos rechazado las suficientes tentaciones y estaremos a punto de cumplir las tres semanas necesarias para adquirir un hábito. Ahora ya hemos comprobado que, para mantenernos con vida, nos sobran casi todas las calles del supermercado. Pero, ¡para qué vamos a darle vueltas! Si acerca de lo que engorda y lo que no engorda, ya estamos todos al cabo de la calle. Salvando las dietas personalizadas de los nutricionistas -equilibradas, controladas y supervisadas periódicamente- sabemos que el secreto reside en reducir las cantidades y poner límites a grasas, dulces, pan y alcohol. De hecho, cuando alguien adelgaza y se le pregunta cómo lo ha conseguido, solemos añadir a la interrogación una coletilla: «Pasando hambre, ¿verdad?». Y seguramente nos contestarán que sin pasar hambre, que se trata de tomar frutas naturales, verduras y huevos cocidos y pescados y carnes a la plancha o a la parrilla.

Precisamente en esto de la plancha y la parrilla hay cierta confusión, hasta en el diccionario, donde el quinto significado de la palabra plancha es «Placa de hierro que se usa para asar o tostar alimentos». Y el primer significado de la palabra parrilla es «Utensilio de hierro en forma de rejilla para poner al fuego lo que se ha de asar o tostar». Hasta aquí todo claro. Las dos cosas sirven para lo mismo y están hechas de hierro, sólo que la parrilla necesita la acción directa del fuego. Sin embargo, el segundo significado de parrilla nos remite a «plancha (placa de hierro para asar)». Es decir, que a veces los términos se usan indistintamente. Para nosotros, la plancha es la placa y la parrilla, la rejilla.

La pura lógica nos lleva a pensar que la parrilla es más adecuada para alimentos grasos que la plancha, por el contrario más apropiada para alimentos dedicados. No obstante, en cualquiera de los dos casos, a la hora de usarlas, la técnica es fundamental y, más fundamental todavía que no se peguen, sobre todo, la plancha. Para que no se peguen, conviene engrasarla ligeramente; y si la sartén, que perfectamente puede servir de plancha, se pega, basta con recortar un circulo de papel de horno con el mismo diámetro y cubrir con él su fondo. Sobre el papel de horno podremos asar cualquier alimento y manipularlo con toda comodidad. El resto de la preparación depende de las habilidades del cocinero, que debe controlar escrupulosamente tiempos y temperaturas. Esto no se consigue más que con la práctica.