El segundo viaje con la herida abierta me lleva a Fuengirola. Estoy nervioso y se me olvida el agua. Soy consciente de que voy a tener que atravesar muchos puntos críticos.

Punto crítico número 1: Carretera A-3501, Guadalcázar. Aquí me preparé mi primera maratón. Por esto sacrifiqué nuestros domingos.

Qué pronto empezamos.

Punto crítico número 3: Girasoles. Están cabizbajos, como si se estuvieran muriendo.

Dolor raro en las piernas.

Punto crítico número 7: Fotografía. No te voy a mandar ni una fotografía. Aunque tenga ganas.

8: Cuando estás con alguien hay momentos en los que dejas de ser tú mismo y te adaptas. Ya no eres tú solo, eres tú y otra persona y eso, inevitablemente, hace que te desprendas de una parte que suele ser la más íntima y que es la que había hecho que la otra persona se enamorara de ti, pero que paradójicamente ya no quiere.

Punto crítico número 10: Me escribes. Eliminar.

Punto reflexivo: Llamada de Javi. Vida normal, muy definida, resuelta, trabajo estable y pareja desde hace seis años. Ahí siguen. ¿Ahora deseo esto? No.

Me dice Javi que he elegido la peor semana para viajar porque la temperatura no bajará de 40 grados. Pero he elegido la peor semana porque:

1. Me cuesta comer.

2. Me apetece estar con gente.

3. Quiero ruido y aquí lo único que hay es un poco de viento.

4. Mucho tiempo para pensar.

La carretera entre Fuencaliente y Écija está siendo el mejor tramo, pero también ha sido el peor. Te crees que ya has salido y ¡pum! Otro bache.

¡Punto memorable! Me dejan entrar gratis en la piscina de Osuna.

Punto memorable 2: Un hombre que pasa el día con su familia me da una barra de pan. Le ofrezco una foto. La señora saca un espejo y empieza a tocarse el pelo.

Almargen. Me gusta el nombre. Doy un paseo por el pueblo, una chiquilla va en moto sin casco. Todas las calles llevan al campo.

Antes me encantaba llegar a los hostales y ahora es lo peor del viaje.

No voy a hacer más viajes solo hasta que no esté bien.

Tres días después de salir de Córdoba llego a Torreblanca, suelto las alforjas, voy corriendo al mar y nado compulsivamente. Al atardecer doy un paseo con mi madre y trato de convencerla de que hice bien en dejarte.