En cuanto llega el calor, casi desde Semana Santa, empezamos a plantearnos la dichosa operación bikini. Esto, las mujeres. Los hombres, quieran o no, también tienen, o deberían tener, según lo que se ve en la playa, que plantearse la operación bóxer, surfero, slip... Que ellos le pongan nombre, que nosotras ya tenemos bastante con lo nuestro, porque lo cierto es que, cronológicamente, la operación traje de gitana está antes que la operación bikini. El traje de gitana es la prueba de que verdaderamente existen esos bichitos que se llaman calorías, que viven en nuestro armario y no tienen otra ocupación que meter en las costuras de nuestros vestidos.

Al fin y al cabo, el bikini da de sí, aunque descubra todas las lorzas, michelines, estrías, celulitis y demás miserias; pero el traje de gitana, no. Se cierra en banda, mejor dicho, no se cierra. La cremallera llega a su tope y ya no hay quien la mueva. Decía una amiga mía que cuando se ponía el traje de gitana, guardado desde el año anterior, se le quedaba montado en la cintura, pero que luego, en la feria, después de unos cuantos bailes, se le encajaba en su sitio y le quedaba perfecto. Supongo que el sudor humedecía la tela y la hacía más adaptable. De cualquier manera, ésta es la primera operación de adelgazamiento, un escalón hacia la definitiva del bikini.

Que cada cual solucione la cuestión como pueda, porque nos queda por delante un largo mes de excesos, al menos en lo que a tapeo se refiere y para su óptima práctica reitero los consejos de siempre: si estamos sentados, nos vendrá bien cualquier tapa, aunque debemos tener cuidado con lo de comer todos en el mismo plato; no es bonito ni higiénico. Si se trata de compartir, lo mejor es que esté dividido en porciones, como el queso, el jamón o los embutidos. Si tapeamos de pie, necesitaremos una mano para la bebida y otra para comer, así que no es recomendable nada que tenga que cortarse o partirse, para lo que harían falta las dos manos. En este caso, habrá que tomar precauciones contra los elementos chorreantes -pimientos fritos, por ejemplo- para no acabar llenos de lamparones. Les deseo un magnífico mes de mayo y que las calorías salgan del armario y miren para otro lado.