CARTAGENA 1

CÓRDOBA CF 2

Cartagena: Trujillo, Rufo, Daniel Fernández, Garrido, Barila, Mariano, Javi Delgado, Santi Carpintero, Pablo Box, Keko y Alberto. Cambio: Manolo, por Rufo (85’).

Córdoba CF: Leiva, Requena, Soria, Juanito, Clavero, Puche, Pedro Aguado, Ramos, Rafa Navarro, Óscar Ventaja y Loreto.Cambios: Espejo, por Puche (45’); José Jesús Lanza, por Óscar Ventaja (85’).

Goles: 1-0 (min. 22’). Alberto se deja caer en el área sobre Requena y Rodado señala un penalti inexistente. Keko lo transforma en gol. 1-1 (min. 51). Óscar Ventaja, de un zapatazo a la escuadra desde 35 metros tras saque en corto de falta. 1-2 (min. 60). Ramos, de falta directa.

Árbitro: Rodado Rodríguez (Colegio Balear). Amonestó a los locales Barila, Javi Prieto, Dani Fernández y dos veces a Garrido; por el Córdoba CF, a Requena, Loreto, Clavero y Espejo.

«El Córdoba CF se sobrepuso al miedo escénico dibujado en Cartagena por un estadio sumamente hostil para romper con dieciséis años de travesía por el desierto balompédico de la Segunda División B. (...) Dieciséis años después de su última presencia en Segunda División A, el Córdoba CF apeló a la épica para encontrar la puerta de escape a este largo lapso de mediocridades, pese a verse muy pronto con un factor externo en forma de garrafal error arbitral que amenazó con dejar en nada su gesto de heroicidad. Cuando un colegiado transforma la nada en penalti con el descaro con que lo hizo el juez balear, parece que la suerte está echada de antemano. El pavor es libre. Pero el Córdoba estaba por torcer la historia de sollozos de los últimos tiempos.

Porque el Córdoba dio una imagen sólida de conjunto capaz de abstraerse de la guerra fría que precedió al momento en el que el balón echó a rodar. Una larga noche a las puertas del cuartel general cordobesista (incendio de contenedores, petardos por las ventanas, retirada de las vallas protectoras del campo...) que traspasó las líneas rojas de lo deportivo (...).

Ajeno a las prisas de tener que remontar un marcador en el que ni siquiera valía el empate, el Córdoba salió a hacer su juego y ejerció el control del ritmo del partido, hasta que el Cartagena se encontró con un regalo que le dio ventaja en el marcador. Entonces, Escalante, tras el descanso, decidió desmantelar el sistema de contención que, sin éxito tangible, le había dado la batuta del partido durante el primer período y apeló a Espejo, el goleador blanquiverde en la liguilla de ascenso. Sacrificó a Puche. No se trataba ya tanto de marcar el tempo como de arrojarse sin renuncias a los brazos de la gloria. Con un valor sin comparación y un orgullo al que el Cartagena, que además se quedó con diez hombres a los 58 minutos, no alcanzaba, sendos golazos de Óscar y Ramos llevaron al Córdoba CF a su objetivo. De forma espectacular, heróica. Como los autéticos campeones. Como demandaban dos generaciones de cordobesistas que al fin pudieron dormir el sueño de los justos». (Extracto de la crónica del partido publicada por Diario CÓRDOBA el 1 de julio de 1999, firmada por Rafael Aranda).